Latinoamérica, cada vez más cerca de dejar atrás las pruebas cosméticas en animales
La industria cosmética en América Latina sigue adelante en su transformación para dejar de ser un "patito feo" ante los ojos de los defensores de los animales
Para nadie es un secreto que detrás de la elaboración de gran parte del maquillaje que usamos, las cremas antiarrugas, los champús, los bronceadores, y otros muchos artículos disponibles en el mercado, hay una dolorosa realidad en la que millones de animales en el mundo son utilizados para hacer testeos que garanticen que los productos puedan ser usados por los humanos sin correr peligro. Por suerte eso está cambiando en América Latina, y como muestra está el hecho de que hace poco Colombia se convirtió en el primer país de la región en prohibir las pruebas en animales.
Mediante la Ley 2047 del 10 de agosto de 2020, Colombia se unió a otras 40 naciones, entre ellas Reino Unido, Nueva Zelanda e Israel, que le han puesto la cara a esa problemática. Con el objetivo de garantizar el cumplimiento de la ley, que entrará en vigencia en cuatro años, el Gobierno del país cafetero creará incentivos para el fortalecimiento de los laboratorios e instituciones de investigación "que desarrollen y apliquen modelos alternativos" que eviten el uso de esos testeos.
Aunque dicha ley contempla dos excepciones: "cuando un ingrediente tenga que ser sometido a pruebas de seguridad por riesgos de salud o al ambiente y no existan alternativas validadas por la comunidad científica internacional", y "cuando los datos generados a través de pruebas en animales para un ingrediente se hayan realizado para otro propósito diferente al cosmético", este hecho posiciona a Colombia como líder en el avance de los derechos de los animales en Latinoamérica.
Otro país que también había abierto camino a esta ley tan necesaria es Brasil, donde a pesar de que no está prohibido el uso de animales para las pruebas de cosméticos, algunos estados sí cuentan con legislaciones propias, como es el caso de Sao Paulo, Minas Gerais y Amazonas.
El movimiento brasileño que pretende eliminar estas prácticas ganó fuerza desde 2013 cuando decenas de activistas irrumpieron en un laboratorio del Instituto Royal y denunciaron los malos tratos, y en enero de 2014 Sao Paulo se convirtió en el primer estado en decirle no al uso de animales para la producción de cosméticos, fragancias y productos de higiene personal.
Asimismo, desde el año pasado esas prácticas se hicieron más difíciles en el gigante suramericano porque terminó el plazo de cinco años que dio el Consejo Nacional de Control de Experimentación Animal para que los laboratorios adoptaran métodos alternativos en los que no haya animales.
Crece el movimiento “libre de crueldad”
El movimiento "cruelty free" (libre de crueldad), que está en contra de la tortura animal en nombre de la cosmética, crece en el sur de América. Un ejemplo de ello es lo que ocurre en Argentina, en donde numerosas entidades y ONG realizan campañas en contra de dichas pruebas y día a día aumenta la oferta de productos de belleza "veganos". Aun así, a la fecha ningún proyecto de ley de los que se han presentado ante el Congreso para prohibir los testeos en animales ha sido aprobado y la práctica continúa habilitada.
Lo mismo pasa en Chile, en donde actualmente no hay una sola ley que regule o prohíba las pruebas en el ámbito privado ni mucho menos para la elaboración de cosméticos, una situación que la ONG No Más Vivisección lleva un tiempo denunciando. Sin embargo, a principios de 2019 existían 45 marcas con un certificado "cruelty free", otorgado por la también chilena ONG Te Protejo.
Finalmente, en Bolivia nació hace dos años una red "cruelty free" que tiene base en La Paz y reúne a una veintena de emprendimientos de cosmética y alimentos en cuyo proceso de elaboración está descartada la crueldad animal. El activista Víctor Gironda, quien es parte de la red, asegura que la organización además de fomentar los negocios amigables con el medioambiente "denuncia los experimentos que realizan las multinacionales con animales para crear conciencia sobre estas prácticas" y lograr, algún día, su abolición.
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