Navidad entre lágrimas: el drama de las mujeres encarceladas

En Najayo Mujeres hay 300 internas, 105 condenadas y 195 preventivas que pasarán la Navidad sin su familia

Tres de las reclusas que hablaron con Diario Libre. (Romel Cuevas)

NAJAYO, San Cristóbal. En la cárcel de Najayo un simple aguinaldo puede despertar en varias internas la melancolía. Para algunas, esta será su primera Navidad en prisión, para otras, será su décima. Tías, madres, hijas, abuelas que volverán a pasar otra Nochebuena sin su familia.

A una más que a otra, les agrada la Navidad, pero todas, preventivas y condenadas, coinciden en que la importancia de la época es compartir con sus seres queridos, el anhelo de todas las recluidas. A muchas, los barrotes las hacen meditar sobre sus delitos. La violación a la Ley 50-88 sobre drogas es la infracción más cometida. Les siguen homicidio, estafa, falsificación y robo.

En este recinto penitenciario hay nueve pabellones. En estas fechas, las reclusas se dividen en grupos para decorarlos. Adornar cada uno les toma alrededor de una semana. Antes del 24 de diciembre, las autoridades de la Procuraduría General de la República otorga un premio al pabellón mejor decorado.

“¡Pide que te dejen pasar para que veas las decoraciones que hicimos!”, dice una de las presas a la periodista antes de que suene el timbre que les recuerda que deben entrar a sus celdas. Varias se quedan en los pasillos y entran solo cuando el personal de seguridad se les acerca.

A sus decoraciones, algunas hechas a base de materiales reciclables, les impregnan entusiasmo, por eso sienten orgullo al mostrarlas. Los insumos les llegan a través de los familiares y por área pueden gastar más de RD$15 mil.

En Nochebuena y Año Nuevo, las privadas de libertad comparten una cena especial de la época.

“He visto mujeres llorando, algunas pensando suicidarse”

Yesenia se encuentra en la cárcel por el caso del Banco Peravia. Ella era gerente de negocios y de 81 empleados, fue la única detenida para investigación. Es acusada junto a otros implicados de estafar con RD$1,400 millones a los ahorristas de la entidad financiera.

Con un año y seis meses de prisión preventiva en Najayo, comenta que nunca pensó que iba a pisar un lugar como ese. Asegura que el proceso de adaptación ha sido difícil, ya que estando allí, ha debido aprender a convivir con diferentes tipos de mujeres y clases sociales.

“Todo el mundo en la calle vive envuelto en sus problemas y no ve más allá de lo que realmente se necesita. Aquí hay muchas personas con necesidades, mujeres que vienen por una simpleza y les cantan medida de coerción y eso es injusto”, manifestó.

Cada día intenta mantener su mente ocupada para “sobrellevar” la carga que considera fue un propósito de Dios para hacerla crecer como persona y entender que debe ayudar a quienes lo necesitan.

“Mis hijos sueñan con el momento en que me den mi libertad. Y yo, con volver a dormir con ellos cuatro arriba”, precisa.

Ha llorado al pensar que pasará esta Navidad sin su familia. Lleva ocho meses de prisión preventiva y no espera revisión este mes, lo que aleja cualquier esperanza de pasar esta época en su casa.

Una demanda a su compañía de viajes hizo que Evelyn y su hijo, de 23 años, preso en La Victoria, se encuentren privados de libertad.

“Una amiga me puso una demanda por una cancelación de una boda. Dos días antes ella la canceló. Por eso los hoteles cobran penalidad, pero ella quería que yo le reembolsara el dinero completo y el hotel me estaba cobrando un 50 por ciento”, explicó.

Según su relato, “tanto la amiga como su esposo, el juez Rigoberto Ortiz, de la Suprema Corte de Justicia, le advirtieron que iban a hacer todo lo que pudieran para que estuviera detenida”.

Una vez presa, se fueron cayendo otras reservaciones que tenía y agregando más querellas en su contra.

“Me arrestaron de noche sin una orden, así me llevaron a un destacamento. Todos se encuentran extraño que por deudas te den un año de medida de coerción”, sostuvo.

Prefiere contar su historia sin revelar su nombre. Sirvió como “mula” al tráfico de drogas y consciente de su fallo, busca restaurar su vida, que la sociedad olvide su error.

Aunque no es muy partidaria de la Navidad, por ser una temporada comercial, reconoce que disfruta de esta la unión familiar. Con cuatro años en la cárcel, extraña levantarse, ver a su madre y abrazar a su hijo.

“Aquí valoro muchas cosas, porque no están conmigo. No es lo mismo compartir la cena con mi madre, mis hermanas, mi hijo, mis sobrinos. En mi casa siempre se pone un árbol de Navidad, se hace cena en familia. Cuando éramos muchachos nos compraban la ropa, eran días muy especiales, pero esta época me da tristeza, no sé por qué. Me siento extraña”, manifiesta la encarcelada.

Los problemas económicos la llevaron al tráfico de drogas. Quería pagar una deuda que tenía.

“Es difícil, estamos pagando algo que hicimos, si pudiera echar el tiempo atrás, te diría que ni por necesidades, ni por ser madre soltera y sacar mi hijo adelante hubiera tomado la decisión que tomé en un momento de desesperación”, concluye.