Cenando en casa... a mucha honra
SANTO DOMINGO. Docenas de tradiciones familiares se han perdido. Peor aún, docenas de jóvenes promesas se han perdido por no haber tenido el tiempo de compartir esas mismas tradiciones que hubieran cambiado el curso de sus vidas. Si bien es cierto que a las familias se les hace difícil reunirse a causa de múltiples ocupaciones y horarios extendidos, proponemos el rescate de la cena e instituirlo como “Tiempo de Familia”. ¡Manos a la obra!
Compartir la comida es importante, sí; pero también el tiempo, el espacio, las ideas y los valores. De paso se aprovecha el momento para corregir modales, comentar noticias, preguntar por los amigos y coordinar actividades.
Siendo francos, a veces vemos nuestros hijos a la hora de acostarse. Pensar en reunirse para el almuerzo luce imposible y las tardes están plagadas de actividades extras que nos parecen imprescindibles para su educación y cultura general. Sólo nos queda la cena.
Mirémoslo por el lado amable. No tenemos que ser gurús de alta cocina para preparar una cena saludable, quizás de un solo plato, para compartir en familia. Puede que la comida sea la excusa, lo que en realidad se necesita es tiempo con los muchachos en la casa.
La coordinación y la colaboración de todos es importante y parte del proceso. Pueden turnarse la preparación de los alimentos y las tareas relacionadas de acuerdo a sus edades e intereses. Si el pequeño “ayudó” con la ensalada, le será más fácil convencerlo de que pruebe los vegetales sin ayudarse de trucos de magia, avioncitos ni amenazas.
Para que el invento no se le vaya de las manos, compartimos ideas sencillas y algunas consideraciones prácticas.
• Planifique: Incluya su nuevo menú de cena en la lista de compras. Así evita repetir platos y peor aún, tener que correr al supermercado para completar.
• Cene Temprano. El tiempo de digestión es de aproximadamente tres horas, y no es conveniente acostarse con el estómago lleno. Intente que la cena no exceda las 7:30 p.m.
• Racione: Desayune como un rey, almuerce como un príncipe y cene como un mendigo. Un dicho popular muy arraigado y también muy cierto. El organismo requiere en promedio 2200 calorías para mantenerse, muchas de ellas las habrá consumido durante el día sumando las comidas formales, las meriendas y los antojos. Si no quiere que todo el mundo sepa de su nueva costumbre familiar, controle raciones y porciones.
• Varíe: Cualquier comida que haga debe tener representación de los 4 grupos principales de alimentos: carbohidratos, proteínas, frutas y vegetales y grasa. Estas últimas, en su mínima expresión. A decir de algunos nutricionistas, algunas frutas no deben ser consumidas durante la noche porque caen muy pesadas, salvo recomendación especial si sufre de estreñimiento.
• ¿Ideas? Desde pizza casera a sándwiches gourmets; crepes con diferentes rellenos. Unos “burritos” o “tacos” sencillos (aproveche y limpie la nevera...). No se olvide de los víveres y sea creativo con los acompañantes: las tortillas de huevo admiten multitud de variaciones. Si está lloviendo o hace frío...una crema o sopa con pan tostado cae divinamente. Para los que quieren rebajar, las opciones atractivas también abundan: queso crema horneada con tomate y orégano con pita chips, ensaladas, quesadillas integrales.... ¿se hacen una idea?
La cena y el peso:
Muchas mujeres prescindimos de la cena por su asunto de peso, y nos olvidamos del metabolismo. Desde que dejamos de comer, nuestro cuerpo en su inmensa e innata sabiduría se prepara para una hambruna, y guarda para después. Por esa razón a veces ni se nos nota el esfuerzo.
Para que el metabolismo se mantenga alto, y pueda digerir y quemar lo consumido, se recomienda ejercitarse antes o después de cenar.
Si alguno de los días no está para cocina, ordene o salgan fuera. Lo importante es el tiempo a compartir. Lo que se ponga sobre la mesa es, al fin y al cabo, meramente circunstancial.