¿Iguales? Ni en la muerte
¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! Esos versos de Bécquer pueden tener sentido en otros cementerios. Aquí los muertos no están solos, se quedan en mala compañía.
Es recurrente. El abandono y el vandalismo en los cementerios es un tema que alarma a los ciudadanos que encuentran en la prensa una vía para desahogarse. No nos engañemos, no hay reportajes sobre tumbas profanadas y ataúdes destrozados que hayan logrado un cambio en el paisaje de los camposantos públicos.
Pero, ¿cuál es la dificultad insalvable que hace imposible que los cementerios reciban un cuidado digno de su función? ¿Por qué permitimos que los vandalicen, que los profanen? La muerte, que era lo único que nos igualaba a todos, es ahora un nuevo factor de discriminación. Sólo quien pueda pagarse un cementerio privado sabrá que sus muertos descansan en paz. Cuanto peor estén cuidados los cementerios públicos, mejor negocio resultan los privados.
¿Cómo se ha llegado a este punto de discriminación? Pues... con años de mala gestión e incompetencia.
La lectura que se puede hacer hoy en los cementerios dominicanos es esa: mejor ahorre y gástese dinero en enterrar privadamente a los suyos. Dinero que su familia podría invertir en otras necesidades. Es una decisión, no una elección.
¿Otra lectura? Exigimos poco a nuestros gobernantes, dejamos las cosas llegar demasiado lejos. Les permitimos distraernos de lo realmente importante. Por ahora, el “pan y circo” les funciona.
IAizpun@diariolibre.com