¿Piensa el diputado en el elector?
Meten la pata, y no se ocupan ni de sacarla a tiempo
Los diputados debieran aprovechar este fin de semana, que para ellos, como todos, es largo, para hacer una tarea que debiera convenirles, ahora que se acercan las elecciones.
Saber qué piensan de ellos los electores, o de sus demarcaciones, o del país entero.
En las comedias de televisión y radio son tratados de mala manera, como lo peor, o de la República o de la política, y son juicios sin apelación, y que parece no importarles.
Si no, reaccionaran, como hacen otros sectores cuando son ridiculizados por los comediantes, y que sienten morirse de vergüenza.
Los diputados meten la pata a cada rato, y ni siquiera se ocupan de sacarla a tiempo, y quedar bien, como recomendaba Tres Patines, o sigue recomendando, pues como Gardel en los tangos, sus chistes cada día son mejores.
Lo de la Ley de Partidos inflama, pero no sólo por el estropicio, sino porque creen que los votantes o la opinión pública son tan estúpidos para exonerar de culpa a un sector, porque lo diga el contrario.
Por ejemplo, lo aprobado fue tan malo, que ni ellos mismos aguantaron el bochorno, y retiraron la pieza. Sin embargo, el daño que hicieron ni otro proyecto lo quita.
Los diputados debieran aprovechar este fin de semana, que para ellos, como todos, es largo, para hacer una tarea que debiera convenirles, ahora que se acercan las elecciones.
Saber qué piensan de ellos los electores, o de sus demarcaciones, o del país entero.
En las comedias de televisión y radio son tratados de mala manera, como lo peor, o de la República o de la política, y son juicios sin apelación, y que parece no importarles.
Si no, reaccionaran, como hacen otros sectores cuando son ridiculizados por los comediantes, y que sienten morirse de vergüenza.
Los diputados meten la pata a cada rato, y ni siquiera se ocupan de sacarla a tiempo, y quedar bien, como recomendaba Tres Patines, o sigue recomendando, pues como Gardel en los tangos, sus chistes cada día son mejores.
Lo de la Ley de Partidos inflama, pero no sólo por el estropicio, sino porque creen que los votantes o la opinión pública son tan estúpidos para exonerar de culpa a un sector, porque lo diga el contrario.
Por ejemplo, lo aprobado fue tan malo, que ni ellos mismos aguantaron el bochorno, y retiraron la pieza. Sin embargo, el daño que hicieron ni otro proyecto lo quita.