El haitiano no desperdicia chance
El robo a Cinéas y el muerto de Stgo. fue la señal
Eran previsibles las situaciones que desde ayer ocupan la atención nacional, después de cumplirse el primer plazo del proceso de regularización de haitianos.
Si las autoridades se las dan ahora de sorprendidas, es porque quieren, pues los haitianos sólo esperaban el momento, y llegó con hechos ajenos a su dominio.
El haitiano que apareció colgado en un parque de Santiago y el robo a la residencia del embajador Cineas. Los revoltosos del otro lado no necesitan excusas, pero se agarran de lo que sea para justificar sus acciones.
A todas luces vandálicas.
Cuando el canciller haitiano entra en escena, deja de importar lo que diga o haga la calle. El problema ya no es de bandas, sino de Estados.
La respuesta no se dejó esperar, pero se tiene la impresión de que el gobierno haitiano viaja más rápido que el dominicano, y que los responsables todavía creen en una buena fe que no existe.
La renuncia de Cinéas, por ejemplo, es una burla a la inteligencia de los dominicanos. Y ni siquiera puede considerarse forzada por la circunstancia.
Lo suyo era guante de seda, ahora será manopla, como debe ser en una diplomacia gansteril.
Eran previsibles las situaciones que desde ayer ocupan la atención nacional, después de cumplirse el primer plazo del proceso de regularización de haitianos.
Si las autoridades se las dan ahora de sorprendidas, es porque quieren, pues los haitianos sólo esperaban el momento, y llegó con hechos ajenos a su dominio.
El haitiano que apareció colgado en un parque de Santiago y el robo a la residencia del embajador Cineas. Los revoltosos del otro lado no necesitan excusas, pero se agarran de lo que sea para justificar sus acciones.
A todas luces vandálicas.
Cuando el canciller haitiano entra en escena, deja de importar lo que diga o haga la calle. El problema ya no es de bandas, sino de Estados.
La respuesta no se dejó esperar, pero se tiene la impresión de que el gobierno haitiano viaja más rápido que el dominicano, y que los responsables todavía creen en una buena fe que no existe.
La renuncia de Cinéas, por ejemplo, es una burla a la inteligencia de los dominicanos. Y ni siquiera puede considerarse forzada por la circunstancia.
Lo suyo era guante de seda, ahora será manopla, como debe ser en una diplomacia gansteril.