Más carbón
La deforestación en la frontera es un problema sobradamente denunciado. Ni siquiera hay que ser un activista entregado a la causa verde para entender que ya es difícil revertir el daño ecológico en esta zona.
Si el Ministerio de Medio Ambiente tiene un reto y una urgencia, un deber para con su mandato y el país, es vigilar hasta la extenuación que se acabe con el tráfico de carbón en la frontera.
El Ministerio sigue dando permisos para el desmonte y la producción de carbón, incluso para exportar, suponiendo que los predios están perfectamente limitados e identificados, los daños ecológicos medidos y los parques nacionales de la zona, respetados. Pero como evidentemente no tiene medios ni para vigilar un huerto, es más que sencillo hacer daño amparándose en un papel y un "permiso". El último caso se ha conocido y frenado a través de las redes sociales, ese arma con la que la ciudadanía se defiende.
Se sabe que existe una industria maderera responsable y sostenible. Pero no es la experiencia en el Sur. La zona está tan gravemente dañada y el tema del carbón es tan hiriente y tan definitivo para la desertificación, que bien podría el Ministerio zanjar los permisos y perseguir a los depredadores con responsabilidad y más eficacia .
El Grupo Jaragua denunció, las redes se movieron y un grupo empresarial responsable cerró inmediatamente el contacto con este proveedor. Todo el mundo hizo lo que tenía que hacer. Ahora le toca al Ministerio ser más convincente.