Las motivaciones
Lo que impulsa a un individuo o a un funcionario a tomar tal o cual medida, puede ser un asunto ético que solo atañe a su conciencia o un posible delito que puede incriminarlo ante la Justicia.
Hasta ahora, los acusados de delitos de corrupción solo han acusado al Procurador General de la República y a sus subalternos, de “motivaciones políticas”, ignorando que a la comunidad nacional no le importan esos alegatos que en nada contribuyen al fondo de la cuestión. El pueblo quiere escuchar razones de peso que lo convenzan de que las acusaciones son falsas o de poco fundamento.
Si bien es cierto que la buena fe se presume en derecho, en materia de corrupción el fardo de la prueba se invierte. Cómo existe una declaración jurada del imputado en la que declara bajo juramento cuáles eran sus bienes en un momento determinado, a él o ella le toca demostrar por qué y cómo cambiaron las cosas.
Las motivaciones de los perseguidores tienen poco que ver en la lucha contra la corrupción.