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Modernismos

Me pueden tachar de viejo, atrasado y recalcitrante, pero todavía me da trabajo entender cuál fue el daño que me hicieron ciertos castigos en mi niñez y juventud y que ahora crean traumas y penurias inenarrables y que, además, forman parte de tratados internacionales.

El cambio cultural es bueno y la protección contra los abusos debe ser una constante en toda la humanidad, pero los de mi edad sobrevivimos todas esas cosas y aquí estamos sin marcas visibles.

No puedo entender qué daño emocional o material produce una buena "pela" cuando el niño sabe que cometió una falta. En mi caso, por ejemplo, acentuaba la convicción de que lo malo se castigaba y que había una autoridad encargada de aplicar el castigo que no dejaba pasar una, aunque en todos los demás aspectos de mi vida era bondadosa y ecuánime.

Ahora hay un lío enorme en la liga de fútbol de los Estados Unidos porque un jugador que es papá le dio una "pela" a su hijo. El jugador, que fue suspendido por eso, alegó que a él le dieron sus "pelas" como castigo por faltas y que eso es "natural".

Me da trabajo entender también el concepto moderno de familia en la que un hijo menor puede "divorciarse" de sus padres, o de que a un padre lo puedan meter preso por castigar a sus hijos.

No somos perros de Pavlov. La disciplina y el sentido del bien y del mal no se enseñan regalando caramelos. Se aprenden en la dura lucha que forma el carácter. Estos modernismos nos van a hundir.

atejada@diariolibre.com

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