Los gays tienen menudo...
Y ahora se sienten apoyados desde fuera...
Podría ser un signo de este tiempo, pero al homosexual como persona o como grupo hay que respetarlo, pues por la más mínima ofensa desatan los demonios.
Nadie se atreve a llamarlo a la antigua, sino que ahora se usa una palabra tan delicada que enternece: gay. Y como gay hay que jugarle lejos, casi en la zona de seguridad, porque ninguno batea corto.
Solo el Cardenal, como tiene a su favor la teología, se atreve a entrarle y a no hacer caso de los rangos, como con el embajador norteamericano.
Se las canta verdes cada vez que se le ofrece la oportunidad y lo considera necesario. Ya se vio cómo enfrentó la campaña del Mes del Orgullo Gay.
Al jefe de la Policía sí que no le salió. Negó la posibilidad que pudieran pertenecer a la institución, y para qué fue eso. La respuesta no se dejó esperar.
No solo recordaron anteriores jefaturas, sino que publicaron en las redes fotos como pruebas irrefutables de lo que afirmaban.
Una por lo menos fue un encanto, candorosa en extremo, de dos tortolitos en París que ni Ingrid Bergman y Humphrey Bogart en Casablanca.
No hay dudas de que se conocen entre sí y tienen menudo para devolver.
Podría ser un signo de este tiempo, pero al homosexual como persona o como grupo hay que respetarlo, pues por la más mínima ofensa desatan los demonios.
Nadie se atreve a llamarlo a la antigua, sino que ahora se usa una palabra tan delicada que enternece: gay. Y como gay hay que jugarle lejos, casi en la zona de seguridad, porque ninguno batea corto.
Solo el Cardenal, como tiene a su favor la teología, se atreve a entrarle y a no hacer caso de los rangos, como con el embajador norteamericano.
Se las canta verdes cada vez que se le ofrece la oportunidad y lo considera necesario. Ya se vio cómo enfrentó la campaña del Mes del Orgullo Gay.
Al jefe de la Policía sí que no le salió. Negó la posibilidad que pudieran pertenecer a la institución, y para qué fue eso. La respuesta no se dejó esperar.
No solo recordaron anteriores jefaturas, sino que publicaron en las redes fotos como pruebas irrefutables de lo que afirmaban.
Una por lo menos fue un encanto, candorosa en extremo, de dos tortolitos en París que ni Ingrid Bergman y Humphrey Bogart en Casablanca.
No hay dudas de que se conocen entre sí y tienen menudo para devolver.