Pa'rriba y pa'bajo
La sociedad dominicana ha crecido mucho hacia arriba en términos materiales, pero también ha descendido mucho en el campo moral en los últimos cincuenta años.
Nuestro paisaje ya no está compuesto "de dos o tres casi ciudades... empalizadas bajas y altos matorrales", aunque siguen "las casas agobiadas por el peso de los años y la miseria".
Ahora tenemos edificios que desafían al cielo, nos hemos llenado de autos último modelo y un Metro. Hemos recibido todos los beneficios de la civilización, aunque pareciera que ha sido a costa de unos modos de vida que respetaban al prójimo y sus propiedades. Nuestras ciudades se han elevado, mientras como ciudadanos hemos descendido.
Ahora, millones de dominicanos no pueden encontrar un empleo que les garantice techo seguro y comida abundante, y viven de la caridad del Gobierno y su calculada filantropía.
Unas elites que viven en un mundo de ensueño, verdaderos bolsones de modernidad, rodeados de la más lastimosa miseria.
Mientras sus niñas van a colegios bilingües y a esquiar a Colorado, las niñas de al lado tienen que irse a tierras lejanas a hablar en otras lenguas el idioma del amor fingido que se sacia en unas monedas.
Y desde la autoridad hacia abajo, todos nos hemos corrompido.
La tarea es levantar del fango al dominicano de hoy para construir la sociedad del futuro y al hacerlo, dar "razones para creer y motivos para esperar" a nuestros hijos.
atejada@diariolibre.com
Nuestro paisaje ya no está compuesto "de dos o tres casi ciudades... empalizadas bajas y altos matorrales", aunque siguen "las casas agobiadas por el peso de los años y la miseria".
Ahora tenemos edificios que desafían al cielo, nos hemos llenado de autos último modelo y un Metro. Hemos recibido todos los beneficios de la civilización, aunque pareciera que ha sido a costa de unos modos de vida que respetaban al prójimo y sus propiedades. Nuestras ciudades se han elevado, mientras como ciudadanos hemos descendido.
Ahora, millones de dominicanos no pueden encontrar un empleo que les garantice techo seguro y comida abundante, y viven de la caridad del Gobierno y su calculada filantropía.
Unas elites que viven en un mundo de ensueño, verdaderos bolsones de modernidad, rodeados de la más lastimosa miseria.
Mientras sus niñas van a colegios bilingües y a esquiar a Colorado, las niñas de al lado tienen que irse a tierras lejanas a hablar en otras lenguas el idioma del amor fingido que se sacia en unas monedas.
Y desde la autoridad hacia abajo, todos nos hemos corrompido.
La tarea es levantar del fango al dominicano de hoy para construir la sociedad del futuro y al hacerlo, dar "razones para creer y motivos para esperar" a nuestros hijos.
atejada@diariolibre.com