Regalo de pluralismo
Yoani Sánchez es el nombre de la valerosa y talentosa joven cubana que en años recientes y desde entonces hasta el presente, decidió correr la riesgosa aventura de ofrecer al mundo la otra cara de la Cuba actual, muy distinta a la de los coloridos folletos turísticos y la que proyecta la propaganda oficial y que sus agentes se encargan de difundir en el exterior.
Esa iniciativa, el coraje de que ha hecho gala y sus bien enfocados y vívidos relatos le han ganado a su página de Internet, escrita a saltos y hurtadillas del acoso policial, un espacio de acogida cada vez mayor. De hecho, no necesita de tarjeta de presentación para sus cientos de miles, me atrevería a decir millones de lectores que en los más distantes rincones del planeta le dan seguimiento a su página. Al mismo tiempo, le ha granjeado el acoso de los cuerpos represivos del régimen cubano y el hostigamiento de sus sicarios civiles.
Yoani ha padecido todo tipo de persecuciones dentro de la isla, incluyendo frecuentes, ilegales e injustificados apresamientos, continuas amenazas y hasta maltratos físicos. Nada ni nadie, sin embargo, le ha hecho desistir de su firme posición y apego a ejercer su libre derecho a la expresión, establecido en la Carta de las Naciones Unidas, de la que el gobierno cubano es signatario y continuo violador.
En pareja medida a la hostilidad oficial, Yoani ha conquistado la admiración y el reconocimiento de numerosos organismos internacionales, desde el Senado de Brasil hasta el Parlamento Europeo, pasando por una gran cantidad de instituciones defensoras de los derechos civiles que le han otorgado merecidas distinciones como auténtica expresión de su rebeldía frente a la libertad conculcada. Nunca en todo ese tiempo pudo recibir personalmente ninguna. En cada ocasión en que fue invitada a recoger personalmente los galardones concedidos, las autoridades cubanas con una incomprensible tozudez y con más saña que buen juicio político le negaron el permiso para salir de Cuba con derecho a regresar.
Cada rechazo, no obstante, ha sido como un boomerang que ha golpeado con fuerza la insensible aunque cada vez más quebradiza armadura del régimen cubano y no ha hecho más que acrecer su fama en el plano internacional y una mayor suma de reconocimientos y seguidores de su mensaje.
Ha sido ahora al amparo de las nuevas disposiciones adoptadas por el régimen que preside Raúl Castro para permitir a los cubanos viajar al exterior, aunque siempre reservándose el irritante privilegio oficial de prohibirlo en los casos que así considere, que Yoani ha sido autorizada a salir de Cuba con derecho al retorno como siempre ha reclamado, una vez completado su itinerario para seguir volcando sobre el teclado de su computadora el rostro no oficial de la realidad cubana, bien distinta a la que proclaman sus voceros dentro y fuera de la isla.
En un amplio recorrido que abarcará distintos países ha iniciado su agente por el Brasil de Lula da Silva y Delma Rouseff. El comité de recibo que ha encontrado a su llegado ha sido como era de esperarse de doble composición. Por un lado, cubanos opositores al régimen castrista y brasileños que repudian los gobiernos dictatoriales y simpatizan de manera espontánea con su postura y la misión a la que vive entregada de difundir su verdad que es reflejo de la de tantos de sus compatriotas oprimidos y apresados en el tiempo y la frustración de un sistema fracasado. Y por el otro, de fanatizados e irracionales seguidores este que a falta de válidas razones apelaron al insulto grosero, la provocación vil y la cada vez más desacreditada etiqueta de "agente de la CIA".
La reacción de que hizo gala no pudo ser más inteligente y contundente y la sitúa moralmente muy por encima de sus detractores. La bloguera cubana, corazón gigante en cuerpo breve, una de las más famosas y que cuenta con más seguidores en el mundo internauta, dijo que agradecía tanto los aplausos como las expresiones de repudio como un "regalo de pluralismo". Ese libre ejercicio de las ideas que hace más de medio siglo quedó extrañado de Cuba. El mismo que priva a los cubanos de pensar y poder expresarse libremente. El que le impide a ella decir en Cuba el mensaje que envía hacia fuera. La mordaza que marca el marca el camino del despotismo. Y la voz disidente que se afanan inútilmente en silenciar los regímenes dictatoriales, olvidando que las ideas como el ansia de libertad, ni se matan ni mueren. El cubano Martí y el dominicano Duarte, hermanados en el tiempo, su apostolado e ideales, son un constante ejemplo de ello.