Un día en la vida de Danilo Medina
Hoy es el gran día de la vida política de Danilo Medina. Ha empezado a gobernar mandando un aviso más que contundente: la ley de salarios. Un aviso a navegantes, a compañeros y aliados, advenedizos o no.
Si se quiere, es un mensaje de la austeridad que necesitamos para los tiempos que ha heredado. Que piense que, puesto que dinero no va a tener para grandes obras ni mausoleos, puede concentrarse en arreglar todas esas asignaturas pendientes que demandan no tanto dinero como una voluntad política de la que su antecesor ha carecido.
Podemos soñar, podemos imaginar un esfuerzo sincero e inconmovible dirigido a hacer valer, a respetar de verdad en el valor de la institucionalidad. Que le ponga un cortafuegos al nepotismo, un stop inviolable a la impunidad, un "hasta aquí hemos llegado" al clientelismo.
Eso sí lo puede hacer y no tiene que pedir prestado. Que se proteja con un cordón sanitario que ponga en cuarentena a aduladores, trepas y especialistas en negocios inadmisibles con el dinero ajeno, que es el público… ¡que es el de todos! Que deje claro a sus ministros que la corrupción desvía más dinero que el pago de la deuda, y que ya no se aguantan más "comisiones".
No recibe el país de las maravillas que canta y cuenta, le cantan y le cuentan a Leonel. Es un país terriblemente desigual, endeudado y sin armas para competir. Si en su gestión el país recupera la fe en sí mismo, Danilo habrá hecho una gran presidencia.
IAizpun@diariolibre.com