Si Hatuey no hubiese reculado...
Hoy estaría de risitas con la Greenberg...
Ahora que se conocen los resultados de la encuesta Greenberg, en que la diferencia entre Hipólito y Danilo es de un punto, se reconoce la clarividencia de Hatuey.
Habló de un empate técnico, y lo sabía por intuición, sin haber hecho ninguna medición. El Hombre del Toro demostró que es un político que no se deja llevar por emociones ni cree en lo que le digan.
Sin embargo, lo que hizo bien con las manos, después lo desbarató con los pies. Ante la insistencia y la presión de sus aliados, se vio obligado a borrar digo y poner Diego.
Los perredeístas de Hipólito lo querían matar y los de Miguel lo acusaron de haber metido la pata.
Agarrado fuera de base por todos y para evitar que lo pusieran out, recapacitó, le dio vuelta a la rueda y, lleno de risa, dijo que eso era antes de que se produjeran nuevos apoyos.
Es decir, que ya no había empate técnico, de que la diferencia no era de un punto, sino que Hipólito iba alante y muy holgado.
Si se hubiera mantenido irreductible, hoy estaría de mano de Greenberg, sacando la lengua a los desaprensivos que quisieron quemarlo en la fogata de la inquisición política.
Habló de un empate técnico, y lo sabía por intuición, sin haber hecho ninguna medición. El Hombre del Toro demostró que es un político que no se deja llevar por emociones ni cree en lo que le digan.
Sin embargo, lo que hizo bien con las manos, después lo desbarató con los pies. Ante la insistencia y la presión de sus aliados, se vio obligado a borrar digo y poner Diego.
Los perredeístas de Hipólito lo querían matar y los de Miguel lo acusaron de haber metido la pata.
Agarrado fuera de base por todos y para evitar que lo pusieran out, recapacitó, le dio vuelta a la rueda y, lleno de risa, dijo que eso era antes de que se produjeran nuevos apoyos.
Es decir, que ya no había empate técnico, de que la diferencia no era de un punto, sino que Hipólito iba alante y muy holgado.
Si se hubiera mantenido irreductible, hoy estaría de mano de Greenberg, sacando la lengua a los desaprensivos que quisieron quemarlo en la fogata de la inquisición política.