Estas marcas no me marcan
Texto: Inés Aizpún/Alexandra De Camps Fotos: Marvin del Cid
SANTO DOMINGO. Los niños se acercan y quieren tocarlas. Algunos adultos, los menos, retiran su mano para evitar el roce en el saludo. Las miradas se detienen en las marcas blancas, es difícil no hacerlo. Para los que padecen esta condición (no la consideran enfermedad) el camino desde el diagnóstico hasta posar para la cámara ha sido complejo. El proceso es lento o difícil hasta que llega la Aceptación. Palabra larga y rotunda. La clave de todo.
Víctor, Leonardo, Sandra, Aura Violeta, Mari Carmen... recibieron el diagnóstico “vitiligo” con incredulidad la mayoría de las veces. Con mucha preocupación porque nadie sabe muy bien cuál es la causa ni el remedio. Es enfrentarse, en salud, a un cambio profundo del propio cuerpo. No es raro que venga acompañada de una depresión. Un impulso de esconderse. Un cambio de planes en la vida.
Los cinco protagonistas se conocieron por la iniciativa de la psicóloga del Instituto Dermatológico Dr.Bogaert, Miguelina Justo de formar un grupo (con planes de algún día ser una asociación) de personas con vitiligo. Contar las experiencias, compartir hallazgos y hablar y hablar y hablar... ha terminado por unirles en una buena amistad.