¿Es la “crisis de la mediana edad” sólo una excusa?
Elizabeth ya se ha hartado de su vida como abogada en la City of London. Ahora, a sus treinta y tantos años ha decidido cambiar de profesión. "La vida es corta", dice, reconociendo el cliché.
Al ser la primera persona de su familia que estudió la universidad, Elizabeth -que no quiere usar su nombre real- se había sentido obligada a escoger una profesión sensata. Las largas noches en vela en la oficina consumieron su década de los 20 años, mientras encontraba su camino y probaba su valor. Cuando llegó a los treinta años, aunque las horas seguían siendo rigurosas, se sintió capaz de respirar un poco más libremente y evaluar su carrera. "Yo no estoy tan dedicada a mi trabajo como mis compañeros", reflexiona. Para ser socia, tendría que comprometerse mucho más, y ella simplemente no puede soportar la idea de hacer eso. Así que en su tiempo libre estudia psicología, a la espera de un futuro cambio de profesión.
Ella admite tener sentimientos que rayan en la depresión, pero los ve como una "indicación productiva" de que ya no quiere ser abogada y desea un trabajo con "más sentido". Lo ve como una crisis de la mediana edad.
La "crisis de la mediana edad" no es un trastorno clínico. Sin embargo, el Dr. Michael Sinclair, psicólogo consultor con sede en la City of London, ha observado un creciente número de treintañeros que experimentan una profunda ansiedad acerca de sus opciones profesionales y de vida. "Éstos son problemas más comúnmente asociados con personas en sus cuarenta y tantos años que piensan en la mortalidad".
Louise Matthews, ex asistente personal para contratación y seguros, cree que "la crisis de la mediana edad está comenzando más temprano en estos tiempos". Ella sugiere que podría ser "porque recibimos demasiadas opciones e información", lo que puede llevar no sólo a sentimientos de insatisfacción, sino también a la parálisis.
La noción de una crisis de la mediana edad es discutible. Acuñada en 1965 por Elliot Jaques, un psicólogo, la describió como "el enfrentamiento adulto con la concepción de la vida que resta por vivir en el entorno de una muerte personal inminente". En la mitología popular, se caracteriza generalmente por hombres de cuarenta y tantos años que intercambian familias y empleos por autos deportivos, injertos de cabello y novias jóvenes, algo más bien tonto.
Sin embargo, un estudio publicado a principios de este año descubrió que ocurre una disminución promedio de la felicidad -o bienestar subjetiva como lo describen los economistas- en la mediana edad, entre los 40 y los 42 años. El profesor Nattavudh Powdthavee, coautor de la investigación longitudinal llevada a cabo en tres países, dice que esto confirma estudios anteriores que muestran una relación en forma de colina entre la edad y el uso de antidepresivos. Se basa en la investigación, publicada en 2012, que descubrió que los chimpancés y los orangutanes también experimentan un cambio en forma de ‘U' en la felicidad (según lo que informan los cuidadores del zoológico, no los propios simios).
El profesor Powdthavee dice que esto sugiere que podría haber explicaciones biológicas detrás del punto más bajo de la mediana edad. Él ve esto como una razón para ser optimista. "Cuando uno está consciente de esto, puede atravesar esa etapa sabiendo que en algún momento va a mejorar".
El Dr. Hannes Schwandt, de la Universidad de Princeton, cree que la mediana edad, a diferencia de la infancia y la vejez, no ha sido muy investigada. El año pasado, publicó que la investigación se centraba en las "expectativas no cumplidas". Se encontró que los jóvenes son optimistas -tal vez incluso "demasiado optimistas"- mientras que aquellos en los cuarenta y cincuenta años sienten arrepentimiento, antes de sentirse en paz consigo mismos a edades más avanzadas. "Tal vez la gente de mediana edad puede aprender de los ancianos, quienes sienten menos arrepentimiento y se han adaptado", sugiere.
Los efectos colaterales del malestar de la mediana edad podrían causar que las personas sean menos productivas, señala el Dr. Schwandt. Por lo tanto, los empleadores deberían prestar atención. "Se podría mejorar el bienestar de las personas si reconociéramos el problema", dice.
Jodie Rogers, especialista en orientación profesional, dice que el trabajo es una fuente de crisis para sus clientes de mediana edad. "Se preguntan qué legado están dejando atrás. Hay una verdadera lucha entre la sensación de que ya deben estar satisfechos con sus vidas y las ganas de hacer algo más significativo".
Paul Dolan, profesor de ciencias del comportamiento en la London School of Economics, y autor de "Happiness by Design", cree que necesitamos una mezcla de propósito y placer para sentirnos verdaderamente felices. En un próximo artículo, sostiene que gran parte de la literatura económica sobre la crisis de la mediana edad se centra en nuestras evaluaciones de lo que nos hace felices en lugar de nuestras experiencias reales. En otras palabras, las historias que nos contamos a nosotros mismos acerca de lo que nos hace felices -que un trabajo prestigioso es bueno- aunque nos deprima nuestra experiencia diaria de dicho trabajo.
Sin embargo, otros expertos descartan cualquier relación entre la edad y la crisis. Susan Krauss Whitbourne, profesora de psicología en la Universidad de Massachusetts Amherst, considera la edad como un "concepto social, depende mucho de la persona". Dice que el atractivo de ver la mediana edad como un período propenso a la crisis es similar a los horóscopos: "Te da certeza. Te da excusas y expectativas".
Sin embargo, ella sí cree que hoy existen más personas que, en sus trabajos, quieren expresarse realmente como son.
Elizabeth está de acuerdo. Ella dice que sus padres están desconcertados por su insatisfacción laboral: "Dicen que es un lujo de mi generación. Nunca pensaron en disfrutar sus carreras, simplemente le pusieron manos a la obra".
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