Papado de Benedicto XVI, empañado por escándalo
Benedicto se topó con la tarea monumental de purgar la Iglesia de los escándalos de abusos sexuales
El teólogo alemán, cuya misión era reavivar el cristianismo en una Europa secularizada, se topó en cambio con la tarea monumental de purgar la Iglesia de un escándalo de abusos sexuales que creció durante el papado de Juan Pablo II y que le estalló en las manos, siendo la crisis más grande de la Iglesia en las últimas décadas, si no siglos.
Más recientemente, Benedicto XVI cargó con el peso doloroso de la traición de uno de sus colaboradores más cercanos: su propio mayordomo, quien fue hallado culpable por un tribunal del Vaticano de robar documentos personales del pontífice para dárselos a un periodista, una de las filtraciones de seguridad papal más graves de los tiempos modernos.
Al mismo tiempo, Benedicto XVI prosiguió su visión inquebrantable de reavivar la fe católica en un mundo que, como él se lamentaba con frecuencia, parecía creer que puede prescindir de Dios.
"En numerosas partes del mundo de hoy, hay un extraño olvido de Dios", dijo a un millón de jóvenes reunidos en un campo enorme de Colonia, Alemania, en 2005, durante su primer viaje al extranjero como Papa.
Con algunas medidas decisivas y a menudo controvertidas, Benedicto XVI trató de recordarle a Europa de su herencia cristiana y de colocar a la Iglesia Católica en un camino tradicional, que a menudo alejó a los progresistas y emocionó a los conservadores.
Sin embargo, su papado estará vinculado para siempre a los escándalos de abusos sexuales.
Durante el curso de unos pocos meses en 2010, miles de personas en Europa, Australia, Latinoamérica y otros lugares denunciaron que sacerdotes los habían violado y agredido sexualmente cuando eran menores, y que los obispos habían ocultado esos delitos.
Varios documentos revelaron que el Vaticano estaba al tanto de los problemas pero durante décadas se hizo de la vista gorda, e incluso en algunos casos rechazó a obispos que trataron de hacer lo correcto.
Benedicto tuvo conocimiento de primera mano sobre el alcance del problema en su antiguo despacho, la Congregación de la Doctrina de la Fe, que dirigió desde 1982, y era responsable de hacer frente a los casos de abuso.
Benedicto se reunió con víctimas de todo el planeta, lloró y oró con ellas. Prometió que la Iglesia tenía que "hacer todo lo posible" para asegurar que esos crímenes no volvieran a ocurrir jamás. El Vaticano actualizó su código jurídico para extender la prescripción de los delitos e informó a las conferencias de obispos de todo el mundo que implementaran directrices para prevenir el abuso.
Pero Benedicto nunca admitió ninguna falla personal o que el Vaticano hubiese hecho algo indebido. Para descontento de las víctimas, nunca tomó medidas contra los obispos que ignoraron u ocultaron el abuso de los obispos o trasladaron a pedófilos conocidos a otros cargos, donde abusaron de menores nuevamente.
A pesar del empeño que puso en tratar de sanar las heridas de la Iglesia, el mensaje de Benedicto siempre quedó bajo la sombra de su frío estilo personal. Benedicto, que no fue el Papa popular que recorrió el mundo ni la estrella de los medios de comunicación como Juan Pablo II, fue un maestro y académico hasta los tuétanos: de poco hablar y pensativo, y con una mente inquisitiva. Hablaba en párrafos, no frases. En años recientes, su mala salud lo hizo parecer cada vez más frágil y alejado en público. Y era notoriamente conocido por equivocarse.
Algunas de las iniciativas duraderas de Benedicto como papa —las acciones por las que será recordado— se concentraron en restaurar la práctica tradicional del catolicismo en el siglo XXI. Fue un intento por corregir lo que consideraba una interpretación errónea del Segundo Concilio Vaticano, las reuniones celebradas entre 1962 y 1965 que llevaron a la Iglesia Católica al mundo moderno.
Su visión conservadora es un camino que su sucesor probablemente continuará dado que la mayoría del Colegio Cardenalicio —los príncipes de la Iglesia que elegirán al próximo Papa— fueron escogidos personalmente por Benedicto para garantizar su legado y asegurar un futuro ortodoxo para la Iglesia.
Benedicto hizo menos estrictas las normas sobre la celebración de la misa en latín, que databa de antes del Segundo Concilio. Se acercó a un grupo de católicos tradicionalistas y cismáticos en un intento por atraerlos de nuevo a Roma. E hizo una invitación sin precedentes a anglicanos tradicionalistas molestos por la elección de mujeres y homosexuales como sacerdotes a que se unieran a la Iglesia Católica.
Con esto alienó a muchos católicos progresistas que temían que estaba tratando de echar atrás lo logrado en el Segundo Concilio. También molestó a algunos judíos que comparaban a la Iglesia antes del Segundo Concilio con el momento en que se consideró que los judíos estaban listos para la conversión y se los responsabilizó colectivamente por la muerte de Cristo.
Pero al igual que Juan Pablo II, Benedicto hizo del acercamiento a los judíos una de las claves de su papado. Su primer acto oficial como Papa fue enviar una carta a la comunidad judía de Roma y ser el segundo Papa en la historia, después de Juan Pablo II, en entrar a una sinagoga.
Y en su libro "Jesús de Nazaret", publicado en 2011, Benedicto exoneró al pueblo judío por la muerte de Cristo, explicando que desde el punto de vista bíblico y teológico, no había bases en las Escrituras que apoyaran el argumento de que el pueblo judío como un todo era el responsable de la muerte de Jesús.
"Está muy claro que Benedicto es un verdadero amigo del pueblo judío", dijo el rabino David Rosen, quien dirige la oficina de relaciones interreligiosas del Comité Judío de Estados Unidos.
Durante su visita a Polonia, Benedicto oró en el campo de concentración Auschwitz-Birkenau, una visita llena de significado para un papa alemán en suelo polaco.
"En un lugar como éste faltan las palabras, sólo puede haber un silencio pavoroso, un silencio que es un grito sincero a Dios: ¿Por qué, Señor, te quedaste en silencio?", preguntó.
Sin embargo, su visita a Israel en 2009 sólo generó una respuesta tibia de las autoridades del memorial nacional Yad Vasehm al Holocausto en Jerusalén, quienes consideraron que el discurso del Papa no fue lo suficientemente enérgico. Su exhortación a la creación de un Estado palestino también aguó la visita.
A los judíos les molestó mucho la constante promoción de Benedicto a favor de santificar al papa Pío XII, el pontífice de la Segunda Guerra Mundial acusado por algunos de no haber denunciado el Holocausto con fuerza suficiente. Y criticaron a Benedicto cuando canceló la excomunión de un obispo británico tradicionalista que había negado el Holocausto.
Las relaciones de Benedicto con el mundo musulmán también tuvieron reacciones encontradas.
Benedicto criticó duramente al mundo musulmán en un discurso en Ratisbona, Alemania, en septiembre de 2006, cinco años después de los atentados terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos, en que citó a un emperador bizantino que caracterizó algunas de las enseñanzas del profeta Mahoma de "malignas e inhumanas", particularmente "su orden de diseminar (esa fe) con la espada".
Buena parte del descontento que siguió a los pasos en falso de Benedicto en materia de relaciones con otras religiones se debió a problemas de comunicación en la Santa Sede: bajo Benedicto, el Vaticano sufrió de notorios errores de relaciones públicas y constantemente se demoró en reaccionar a noticias y entonces respondía con mensajes poco claros que exigían dos o tres aclaraciones antes de expresar lo correcto.
Y algunas veces el propio Benedicto tuvo la culpa.
En 2009 enfureció a las Naciones Unidas y a varios gobiernos europeos cuando, en ruta hacia Africa, declaró a los reporteros que el problema del sida no podía solucionarse distribuyendo preservativos. "Al contrario, eso empeora el problema", dijo en ese momento.
Un año después, emitió una revisión que pareció aplacar a los liberales al tiempo que mantenía las enseñanzas de la Iglesia contra la contracepción: en una larga entrevista dijo que si un prostituto usaba el preservativo para no contagiar el virus del sida a su pareja, podría estar dando el primer paso hacia una sexualidad más responsable.
Fue un cambio significativo dada la reiterada postura del Vaticano de que la abstinencia y la fidelidad matrimonial eran las únicas formas seguras de controlar el virus. Benedicto repitió ese planteamiento e hizo hincapié en que las relaciones sexuales fuera del matrimonio eran inmorales, pero sus comentarios marcaron la primera vez que un papa reconocía que los preservativos eran útiles para controlar el VIH.
Cuando fue elegido como líder 265 de la Iglesia el 19 de abril de 2005, Benedicto, que entonces tenía 78 años, era el papa más viejo elegido en 275 años y el primer alemán en casi mil años.
Como mano derecha de Juan Pablo II, Benedicto era favorito al comienzo de la votación y fue escogido en el cónclave más rápido en un siglo: apenas 24 horas después de comenzar la votación comenzó a salir humo blanco de la Capilla Sixtina a las 5:50 p.m. para anunciar "!Habemus Papam!"
Aunque claramente tenía la intención de mantener el legado de Juan Pablo II, Benedicto no trató de emular la popularidad de su predecesor. Sus viajes al extranjero fueron cortos y centrados. Sus misas eran solemnes, sus homilías densas y de estilo profesoral.
Y no tuvo miedo de impugnar el legado de Juan Pablo II cuando creyó que su predecesor había errado.
En un ejemplo significativo, tomó prácticamente el control de los Legionarios de Cristo, una orden conservadora considerada un modelo de ortodoxia por Juan Pablo II, después que se reveló que su fundador, el reverendo Marcial Maciel, había abusado sexualmente de seminaristas y había tenido por lo menos tres hijos.
Bajo Juan Pablo II, quien fue un defensor a ultranza de Maciel, la investigación del Vaticano al sacerdote mexicano había languidecido. Pero un año después de que Benedicto fue elegido papa, Maciel fue sentenciado a una vida de penitencia y oración, y en 2010 la orden fue intervenida por el Vaticano debido a numerosos problemas espirituales, financieros y de otra índole.
Benedicto escribió tres encíclicas: "Dios es amor" en 2006, "Salvado por la esperanza" en 2007 y "Caridad en la verdad" en 2009. Esta última fue quizás la más conocida porque exhortaba a crear un nuevo orden financiero guiado por la ética, y se publicó a raíz del desastre financiero mundial.
Sin embargo, para algunos la exhortación de Benedicto pareció hipócrita cuando un año después los dos principales funcionarios financieros de la Santa Sede fueron objeto de una investigación por lavado de dinero que resultó en la confiscación de millones de euros de un banco del Vaticano. El dinero fue devuelto más tarde después de que Benedicto, el principal legislador del Vaticano, enmendó el código jurídico para cumplir normas internacionales contra el lavado de dinero y la financiación de actividades terroristas.
Las finanzas del Vaticano también fueron objeto de escrutinio cuando el mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, fue arrestado en mayo de 2012 y acusado de robar correspondencia personal del Pontífice y de pasar los documentos a un periodista. Gabriele declaró a los investigadores del Vaticano que lo hizo porque pensaba que el Papa no estaba informado de "el mal y la corrupción" en la Santa Sede y creía que sacar eso a relucir colocaría a la Iglesia en el camino correcto. Al final Gabriele fue sentenciado a 18 meses de prisión, aunque Benedicto lo perdonó después.
Tan pronto como fue elegido, Benedicto tomó medidas decisivas en unos pocos frentes: dejó en claro desde el principio que quería reestablecer relaciones diplomáticas con China, que se interrumpieron en 1951. Escribió una carta histórica a los 12 millones de chinos católicos en 2007, exhortándolos a acogerse a la Santa Sede. Pero las tensiones con la iglesia respaldada por el gobierno se mantuvieron con varias ordenaciones ilegales de obispos chinos sin consentimiento del Papa.
En su primer año, Benedicto también aprobó un documento largamente esperado que prohibió a la mayoría de los homosexuales del sacerdocio en una medida que molestó a muchos católicos en Estados Unidos. Pero en un documento bien recibido por católicos liberales, también abolió en esencia el "limbo", expresando que había esperanza de que los niños que fallecieran su bautizar irían al cielo.
Y en una de sus medidas más populares, beatificó en tiempo récord a su predecesor, lo que atrajo a 1,5 millones de personas a Roma en 2011 para presenciar el acercamiento de Juan Pablo II a la santidad.
Benedicto prefería las misas en latín y las prendas de vestir de seda brocada de sus predecesores. Su gusto por los cánticos georgianos y Mozart —fue un consumado pianista clásico_llegó a las misas papales y conciertos en su honor, que fueron algunas de las pocas veces que al Papa, adicto al trabajo, se le vio pasarla bien.
Benedicto tenía debilidad por la soda Fanta de naranja y por su adorada biblioteca; cuando lo eligieron Papa hizo que mudaran todo su estudio de su apartamento en las afueras de las murallas del Vaticano al Palacio Apostólico.
"Ahí están todos mis asesores", dijo de sus libros en una larga entrevista en 2010, "Luz del mundo". "Conozco todos los recovecos y todo tiene su historia".
Años después de marcharse, algunos colegas de sus días en las Congregación de la Doctrina de la Fe hablaron con tristeza, incluso nostalgia, de cuando dirigía la doctrina y la disciplina de la Iglesia y presidió la creación del monumental "Catecismo de la Iglesia Católica", una síntesis de enseñanzas católicas clave.
Sus presentaciones en las reuniones mensuales del departamento eran "magistrales", dijeron, dignas de las enseñanzas permanentes de la Iglesia. Agregaron que Benedicto creó una "familia" dentro de los sagrados corredores amarillos del Palacio del Santo Oficio, otrora conocido como la Inquisición.
Su familia verdadera estaba formada por su hermano Georg, también sacerdote, quien visitaba con frecuencia la residencia veraniega en Castel Gandolfo. Su hermana había fallecido años antes.
Su "familia papal" estaba formada por monseñor Georg Gaenswein, su secretario privado de mucho tiempo, que siempre estaba a su lado, otro secretario y cuatro mujeres consagradas que atendían el apartamento papal.
Ellos compartían comidas, celebraban juntos la misa a diario y al final de día veían algún DVD, especialmente el programa favorito de Benedicto "Don Camillo y Peppone", una comedia en blanco y negro de los años 50 sobre el pastor de un pequeño pueblo italiano y su alcalde comunista.
Benedicto nació el 16 de abril de 1927 en Marktl Am Inn, Baviera, pero su padre, que era policía, se mudaba con frecuencia y la familia abandonó el lugar cuando él tenía 2 años.
En sus memorias, Benedicto tocó lo que podría haber sido una fuente de controversia de haberse mantenido en secreto: que perteneció al movimiento juvenil nazi contra su voluntad cuando tenía 14 años, en 1941, cuando era obligatorio pertenecer al grupo. Dijo que pronto lo dejaron abandonar el grupo debido a sus estudios religiosos. Dos años más tarde lo reclutaron como ayudante para una unidad antiaérea nazi. Desertó del ejército alemán en abril de 1945, durante los días finales de la guerra.
Benedicto calificó de profético que un alemán sucediera a un Papa polaco, y que ambos hombres procedían de bandos diferentes durante la Segunda Guerra Mundial.
Benedicto fue ordenado, conjuntamente con su hermano, en 1951. Después de varios años de enseñar Teología en Alemania, fue nombrado obispo de Múnich en 1977 y elevado a cardenal tres meses después por el papa Pablo VI.
Juan Pablo II lo nombró líder de la Congregación de la Doctrina de la Fe en 1981 y ocupó el cargo un año después. Después del fallecimiento de Juan Pablo II en 2005, fue elegido Papa por el cónclave de cardenales.
Si había alguna duda sobre la prioridad de Benedicto de fortalecer el cristianismo en Europa, el nombre que escogió como Papa fue una clara señal.
Benedicto les dijo a los cardenales poco después de ser elegido que iba a ser un Papa de paz, como el papa Benedicto XV, quien reinó durante la Primera Guerra Mundial. Pero el primer Benedicto —San Benito de Nursia_también fue una inspiración.
Este monje de los siglos V y VI es un santo patrón de Europa e inspiró la creación de la Orden de los benedictinos, principal guardián del aprendizaje y la literatura en Europa Occidental durante los oscuros siglos que siguieron a la caída del Imperio Romano.