República Dominicana deslumbra con “La luz brillante”
Las avispas del género Nesolinoceras pueden ser encontradas en diversas islas de la región caribeña
NUEVA YORK. Como en un cuento de hadas dormía la avispa dominicana en los acervos del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano de Estados Unidos, hasta ser levantada y descrita por el entomólogo brasileño Bernardo F. Santos.
El especialista expuso las características que la hacen una nueva especie para la ciencia que estudia los insectos, y la incluye en la larga lista de especies endémicas que viven y pertenecen a nuestra singular isla.
Con sus alas traslúcidas y el cuerpo tintado de rayas y manchas negras y blancas, la avispa oriunda de la región este de República Dominicana alumbra con luz propia los nuevos límites territoriales en que viven las avispas parasitoides del género Nesolinoceras en la América Insular.
Sobre el estudio
El estudiante de doctorado en la escuela de postgrado Richard Gilder del Museo Americano de Historia Natural de América realizó un levantamiento sobre las muestras recolectadas en República Dominicana en el año 2008, como un estudio paralelo a su tesis doctoral sobre la evolución y clasificación de un grupo de avispas parasitoides, que incluye el género Nesolinoceras.
Según el entomólogo dominicano Daniel Pérez-Gelabert, biólogo investigador y especialista en datos del Sistema de Información Taxonómica Integrada del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano de Estados Unidos, los científicos que tomaron las muestras en Punta Cana fueron los entomólogos Robert Kula, Michael Gates y Mattew Buffington.
Desde entonces, las muestras hoy descritas como nueva especie permanecieron en el acervo de materiales no identificados del museo. “Al estudiar la colección en el museo de Washington D.C. y ver las muestras de estos especímenes, inmediatamente reconocí que se trataba de una especie nueva y decidí escribir el estudio”, relata Santos sobre la investigación que comenzó en octubre de 2014.
El 11 de mayo de 2016, la revista American Museum Novitates del Museo Americano de Historia Natural de América publicó la redefinición de la anatomía y los límites territoriales para las especies de avispas que se creían endémicas de la hermana Cuba. Así, Santos estableció nuevas características del género, redescribió y expandió la distribución geográfica de Nesolinoceras ornatipennis, a la vez que describió la nueva especie dominicana.
“Nesolinoceras era un tipo de avispa conveniente para estudiar porque solo existía una especie conocida, previamente. Solo necesitaba compararla con la especie originaria de Cuba y las otras islas del Caribe para determinar que se trataba de una especie nueva”, explica el entomólogo nacido en Vitória, al sureste de Brasil.
El entomólogo brasileño distribuye estas especies a lo largo del Caribe y ubica las avispas en nuevos espacios geográficos de la región, lo que enriquece de conocimiento científico a los locales y a la comunidad internacional.
Nesolinoceras laluzbrillante
La luz brillante exhibe manchas y rayas negras, rojizas y blancas en el tórax, abdomen y trasero, distinto al rojo y amarillo que caracteriza Nesolinoceras ornatipennis, que se puede encontrar en Cuba, Bahamas e Isla Caimán. Según el estudio, sus alas son más largas que anchas, ligeramente curvas antes de llegar al ápice.
“El estudio no presenta los datos biológicos de esta especie porque solamente ha sido estudiada entre un puñado de especímenes recolectados con trampas para insectos en una locación única. No hemos observado Nesolinoceras laluzbrillante en su ambiente natural. Es por esto que no sabemos de qué se alimenta ni qué tipo de hábitat prefiere. Fomentar el estudio del género Nesolinoceras nos podría alumbrar en este aspecto”, explica Santos en una entrevista vía correo electrónico.
Según Santos, N. laluzbrillante es una especie de avispa que practica el parasitismo para vivir a expensas de otra especie y aprovecharse de ella, lo que resulta un servicio ecológico beneficioso cuando se pretende controlar la población de potenciales plagas.
“Son insectos que pueden ser utilizados como agentes de control biológico en ciertos planes de Manejo Integrado de Plagas. Este sistema puede reducir la necesidad de aplicar plaguicidas lo que, a su vez, ayuda a mejorar la salud del medio ambiente y de las personas”, comenta Georgina de Moya Rodríguez, dominicana graduada en estudios ambientales y ciencias agrícolas de la Universidad Estatal de Michigan.
De Moya Rodríguez explica que las avispas parasitoides toman a otro insecto como huésped para albergar y desarrollar sus huevos que, tras nacer, se alimentan del mismo y terminan eliminando.
¿Y qué del nombre?
La luz brillante ha sido un tanto controversial. Al menos eso cuenta el biólogo dominicano Sixto J. Incháustegui quien, junto a otros colegas, cuestionó el nombre de la especie tras leer las noticias locales sobre el estudio. “No es común que le pongan un nombre como ese, pero cumple con todas las reglas. En teoría, el nombre nuevo de una especie puede hacer alusión a casi cualquier cosa, siempre que se latinice y escriba acorde con las reglas internacionales de nomenclatura zoológica”, indica.
Según la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica (ICZN, en inglés), el código establece que cada científico tiene facultad de otorgar un nombre en latín a la nueva especie, independientemente de su origen lingüístico: el género o tipo de familia al que pertenece (genérico) va delante con la primera letra en mayúscula y el nombre asignado a la especie (específico) en minúsculas, todo en formato itálica, preferiblemente.
Santos hizo su propio molde. Escogió un grupo de estudiantes de sexto curso de la escuela Washington Heights Expeditionary Learning School (WHEELS) para nombrarla. Los alumnos de ciencias de la profesora Sarah Rosenblum tuvieron la oportunidad de hacer y ser parte de la historia científica.
“Elegí trabajar con los estudiantes de Washington Heights porque pensé que sería una gran oportunidad para educarlos sobre la importancia de la investigación de la biodiversidad, la forma en que todavía estamos descubriendo tantas especies nuevas y cuán amenazados están los ambientes donde viven estas especies”, comenta el entomólogo brasileño residente en el Alto Manhattan.
En uno de los vecindarios con mayor patrimonio y herencia cultural dominicana, Santos llevó a cabo dos sesiones con distintos grupos focales en la escuela de Manhattan, en las que habló sobre las especies en la naturaleza, cómo se da el proceso de descubrir nuevas especies y presentó la especie quisqueyana que necesitaba nombrar. Cada estudiante tuvo la oportunidad de sugerir un nombre, que luego fue sometido a votación general en la clase de ciencias. Según publicaciones en la prensa, los estudiantes optaron por este nombre por el efecto que causa la luz refractada en las alas de la avispa.
Especie de avispa dominicana por describir
El estudio, titulado Redefinición del género y una nueva especie Nesolinoceras Ashmead (Hymenoptera, Ichneumonidae, Cryptinae), deja las puertas abiertas a una nueva investigación. En el acápite Species Inquirenda, el realizador Bernardo F. Santos expone datos y características de un espécimen masculino recolectado en República Dominicana, similar a N. ornatipennis y N. laluzbrillante, mas no pertenece a ninguna de las dos mencionadas.
“Según lo que investigué, el espécimen fue recolectado 21 kilómetros al norte de Cabo Rojo (Parque Nacional Jaragua, Pedernales) en 1976 por el coleccionista R. E. Woodruff y acervado en la Colección de Artrópodos del Estado de Florida”, dice el especialista.
Santos indica que pudiera tratarse de un híbrido, miembro de una nueva especie o una variación geográfica de la luz brillante. “Para conseguir la respuesta tenemos que encontrar más de un espécimen. Esperamos que se puedan llevar a cabo más programas de muestreo que permitan un estudio completo y que más especialistas tengan interés por las avispas”, comenta Santos.