"Charlie Hebdo" no quiere ser más un símbolo
WASHINGTON.- En poco más de media hora, "Charlie Hebdo" pasó de ser un pequeño semanario satírico francés a convertirse en emblema mundial de la libertad de expresión.
Cuatro meses después del atentado, su redactor jefe, Gerard Biard, dice que el precio a pagar es muy alto, que la revista ya no quiere ser más un símbolo.
Biard estaba de viaje en Londres cuando los hermanos Kouachi irrumpieron armados en la redacción del semanario y acabaron con la vida de doce personas.
A diferencia de los compañeros que estaban allí y sobrevivieron, su primera reacción no fue el miedo, sino la rabia.
"Pasamos a otro mundo. Nuestras vidas cambiaron, es obvio. Éramos una pequeña revista satírica y en media hora nos convertimos en símbolo mundial. Es bastante duro lidiar con eso, no es nuestro trabajo ser un símbolo sino hacer reír y pensar con nuestros artículos y dibujos", dijo esta semana en una charla en Freedom House.
Biard visita estos días Estados Unidos, donde no existe una revista homologable al "Charlie Hebdo", junto al crítico de cine del semanario, Jean-Baptiste Thoret.
El escritor tampoco estaba en la redacción en el momento del atentado: ese día llegó tarde.
"No podemos ser los únicos que defendamos estos valores, porque estos valores pertenecen a todos. Es muy fácil decirnos 'seguid y defender nuestros valores', pero no podemos ser los únicos. No queremos ser más un símbolo", sostuvo Biard.
"Charlie Hebdo" provoca división en todo el mundo, también en Estados Unidos.
El último ejemplo es la renuncia de seis miembros del PEN American Center a asistir a la gala de premios del próximo martes en Nueva York por su rechazo a que el galardón a la libertad de expresión lo reciba un semanario al que acusan de provocador e intolerante.
"Creo que piensan que el premio se lo dan al 'Charlie Hebdo' por su contenido, y no es así. Este es un premio dado al principio de libertad de expresión, una libertad 'sin peros' incluso si el producto de esa libertad de expresión te enfada o te molesta", defendió Thoret.
El dibujante Luz, autor de la famosa portada de Mahoma con la que la revista volvió a los kioscos tras el atentado, anunció esta semana que no volverá a dibujar al profeta porque es un personaje que ya no le interesa.
"Entiendo su punto de vista, como artista está cansado de dibujar siempre el mismo personaje. Quizás cree que no vale la pena, porque vio las consecuencias en sus amigos. Yo no estuve allí, por eso, aunque entiendo su postura, mi punto de vista es diferente", comentó Biard.
"Esto no quiere decir que los terroristas hayan ganado. Pero es cierto que tu vida cambia (después de un suceso como el atentado), tu vida es totalmente diferente, estás en una prisión. ¿Cómo puedes seguir siendo divertido rodeado de tanta seguridad", apuntó Thoret.
Para su compañero Biard, ante la violencia no se puede responder sólo con seguridad, sino también con el comportamiento: "Es totalmente natural estar asustado -dijo-, pero si no intentamos superar ese miedo tenemos un gran problema".
Entre las víctimas del ataque yihadista estaba su predecesor, Stéphane Charbonnier, redactor jefe del semanario desde el año 2009.
"La prensa tiene una responsabilidad en este asunto, porque empezaron a decir 'no deberías hacer esto, quizás lo que hacéis no es lo correcto'. Nos dieron la espalda. Pecaron de falta de coraje", subrayó Biard.
"Si no publicas por temor a ofender -argumentó- envías un mensaje erróneo a los que usan la violencia y la amenaza para imponer sus puntos de vista. Les estas diciendo que tienen razón en ser violentos y matar, porque funciona, porque la gente se asusta".
"Si tienes miedo a publicar por si ofende a alguien, es mejor dejar el lápiz y dedicarse a otro trabajo. Siempre vas a encontrar a alguien ofendido por lo que haces. (...). La libertad de expresión no puede tener 'peros'", concluyó su compañero Thoret
Juntos recogerán el premio PEN el martes en Nueva York. La organización eligió a la revista francesa "por haber pagado el precio más alto por su ejercicio de la libertad de expresión y luego haber militado en medio de su devastadora pérdida".
Cuatro meses después del atentado, su redactor jefe, Gerard Biard, dice que el precio a pagar es muy alto, que la revista ya no quiere ser más un símbolo.
Biard estaba de viaje en Londres cuando los hermanos Kouachi irrumpieron armados en la redacción del semanario y acabaron con la vida de doce personas.
A diferencia de los compañeros que estaban allí y sobrevivieron, su primera reacción no fue el miedo, sino la rabia.
"Pasamos a otro mundo. Nuestras vidas cambiaron, es obvio. Éramos una pequeña revista satírica y en media hora nos convertimos en símbolo mundial. Es bastante duro lidiar con eso, no es nuestro trabajo ser un símbolo sino hacer reír y pensar con nuestros artículos y dibujos", dijo esta semana en una charla en Freedom House.
Biard visita estos días Estados Unidos, donde no existe una revista homologable al "Charlie Hebdo", junto al crítico de cine del semanario, Jean-Baptiste Thoret.
El escritor tampoco estaba en la redacción en el momento del atentado: ese día llegó tarde.
"No podemos ser los únicos que defendamos estos valores, porque estos valores pertenecen a todos. Es muy fácil decirnos 'seguid y defender nuestros valores', pero no podemos ser los únicos. No queremos ser más un símbolo", sostuvo Biard.
"Charlie Hebdo" provoca división en todo el mundo, también en Estados Unidos.
El último ejemplo es la renuncia de seis miembros del PEN American Center a asistir a la gala de premios del próximo martes en Nueva York por su rechazo a que el galardón a la libertad de expresión lo reciba un semanario al que acusan de provocador e intolerante.
"Creo que piensan que el premio se lo dan al 'Charlie Hebdo' por su contenido, y no es así. Este es un premio dado al principio de libertad de expresión, una libertad 'sin peros' incluso si el producto de esa libertad de expresión te enfada o te molesta", defendió Thoret.
El dibujante Luz, autor de la famosa portada de Mahoma con la que la revista volvió a los kioscos tras el atentado, anunció esta semana que no volverá a dibujar al profeta porque es un personaje que ya no le interesa.
"Entiendo su punto de vista, como artista está cansado de dibujar siempre el mismo personaje. Quizás cree que no vale la pena, porque vio las consecuencias en sus amigos. Yo no estuve allí, por eso, aunque entiendo su postura, mi punto de vista es diferente", comentó Biard.
"Esto no quiere decir que los terroristas hayan ganado. Pero es cierto que tu vida cambia (después de un suceso como el atentado), tu vida es totalmente diferente, estás en una prisión. ¿Cómo puedes seguir siendo divertido rodeado de tanta seguridad", apuntó Thoret.
Para su compañero Biard, ante la violencia no se puede responder sólo con seguridad, sino también con el comportamiento: "Es totalmente natural estar asustado -dijo-, pero si no intentamos superar ese miedo tenemos un gran problema".
Entre las víctimas del ataque yihadista estaba su predecesor, Stéphane Charbonnier, redactor jefe del semanario desde el año 2009.
"La prensa tiene una responsabilidad en este asunto, porque empezaron a decir 'no deberías hacer esto, quizás lo que hacéis no es lo correcto'. Nos dieron la espalda. Pecaron de falta de coraje", subrayó Biard.
"Si no publicas por temor a ofender -argumentó- envías un mensaje erróneo a los que usan la violencia y la amenaza para imponer sus puntos de vista. Les estas diciendo que tienen razón en ser violentos y matar, porque funciona, porque la gente se asusta".
"Si tienes miedo a publicar por si ofende a alguien, es mejor dejar el lápiz y dedicarse a otro trabajo. Siempre vas a encontrar a alguien ofendido por lo que haces. (...). La libertad de expresión no puede tener 'peros'", concluyó su compañero Thoret
Juntos recogerán el premio PEN el martes en Nueva York. La organización eligió a la revista francesa "por haber pagado el precio más alto por su ejercicio de la libertad de expresión y luego haber militado en medio de su devastadora pérdida".
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