Ordeño petrolero
Según sectores de la izquierda, México está abandonando sus principios nacionalistas. Otros opinan que México sólo está reconociendo la realidad y asegurando su futuro energético.
El debate surge por el anuncio esta semana de que el gobierno propondrá cambios en la constitución del país, a fin de modificar artículos que desde 1938 reservan para el Estado los recursos energéticos. Pemex, el monopolio petrolero, y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), son las dos principales empresas estatales.
En comparación con otros países, lo que se planea lograr es poco. No se abrirán las puertas a licitaciones para otorgar yacimientos o hacer acuerdos de producción conjunta. Sólo se podrán firmar contratos con empresas que invertirán en explorar, extraer, refinar, transportar y almacenar hidrocarburos a cambio de una participación en los beneficios, la cual les será pagada en dinero, no en petróleo, lo que permite al gobierno afirmar que el petróleo seguirá siendo mexicano.
Algunas compañías petroleras señalan que la reforma podría ser insuficiente. Dicen que el valor de sus acciones está ligado a los volúmenes de reservas que poseen, lo que crea dudas acerca de cómo el mercado financiero respondería ante contratos en que ese elemento esté ausente.
El gran problema de Pemex es que el gobierno la trata como a una vaca lechera, a la que ordeña para cubrir gastos públicos. Le quita las dos terceras partes de sus ingresos y no le deja suficiente para invertir en la exploración y explotación de nuevos yacimientos. Los beneficios de Pemex son hoy 29% menores que hace ocho años, su producción ha bajado y sus costos están aumentando.
En cuanto a la electricidad, la CFE, cuyo lema es ser "una empresa de clase mundial" y es conocida como "La Comisión", conservará su monopolio en la transmisión y distribución, tal como en la práctica la CDEEE aquí, dando subsidios pero sin la cultura de no pago.