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Cuestión de tiempo

Es posible que las expectativas fuesen excesivas. El arribo al país de una nutrida misión técnica del FMI creó la impresión en algunos sectores de que un acuerdo con ese organismo era inminente, sobre todo porque la llegada tuvo lugar pocos días después de iniciado el nuevo período gubernamental.

Muchos pensaron que podría haber una reactivación del acuerdo anterior, mientras otros indicaron que debía ser uno nuevo. El acuerdo se dio como un hecho y comenzó a debatirse cuál tipo convenía más. Algunos expresaron inquietudes acerca de sus efectos sobre la política social y hubo quienes desde ya se manifestaron radicalmente opuestos a que se firmara, aún sin saber sus condiciones.

Dadas esas expectativas, la declaración de la misión respecto de la visita ha mitigado la sensación de inminencia del acuerdo, lo que ha sido una sorpresa para los que anticipaban una vía rápida de negociación.

La sorpresa no radica en la expresión de que la situación "no está fácil", pues eso se sabía de antemano.

Tampoco se encuentra en las cifras citadas en la declaración, ya que los datos acerca del PIB, la inflación, el déficit fiscal, las reservas de divisas y demás números les fueron dados al FMI por las propias autoridades del país, las cuales las habían dado a conocer desde antes.

Ni tampoco en el señalamiento de que las posiciones fiscal y externa de la economía están débiles, y que la electricidad es un gran problema, lo que se ha venido diciendo hasta la saciedad.

El asunto está en el tiempo. En la declaración se dice que se convino volver a conversar "antes del final del 2012", sin una fecha específica. Eso significa que como se estaba esperando al FMI para discutir la reforma tributaria y para preparar el presupuesto, habrá que resolver si esperar al Fondo o hacerlo sin él.

El FMI tiene sus métodos y se toma su tiempo para actuar. En este caso parece no tener demasiada prisa.