Admiración y reflexión
Un nuevo centro comercial se sumó a partir del jueves pasado a los ya existentes en Santo Domingo. Bien diseñado, con un ambiente placentero, Ágora Mall es una obra admirable que pone de manifiesto la encomiable inversión realizada por sus promotores. Ni la tormenta Isaac pudo evitar que miles de personas ocuparan todos los parqueos disponibles y formaran un colosal taponamiento de tránsito. Algunos sólo fueron a mirar, pero muchos compraron productos, especialmente en Jumbo, el establecimiento que sirve de "ancla" al centro.
Aunque muchos locales aún no han abierto, una inspección superficial revela el predominio de las importaciones. Dejando fuera, como es lógico, a los locales ocupados por bancos y otros servicios, realmente da trabajo encontrar mercancías producidas en la República Dominicana. Son en su mayoría importadas, lo que no es una característica única de este centro comercial, pues lo mismo sucede en los demás que están operando y seguramente será cierto de los otros que están en proceso de construcción.
Aún en el área de comida las importaciones son aparentes, a la vez que se observa cómo las "franquicias" extranjeras, por las que hay que pagar regalías y porcentajes de los ingresos, han llegado a tener un papel protagónico.
Esa situación refleja el estado de la producción nacional. Habiendo evolucionado hacia una economía en que la actividad productiva descansa sobre el turismo, transporte, comunicaciones, finanzas, gobierno y endeudamiento, es obvio que lo que vemos en los anaqueles de los comercios es la realidad de lo que disponemos.
La responsabilidad no es de los centros: ellos sólo ofrecen locales en alquiler o venta y contribuyen a la creación de empleos. Tampoco es responsabilidad de l as tiendas: ellas no pueden vender lo que no existe. Es una responsabilidad del país, de reflexionar sobre si el rumbo que lleva su estructura productiva es conveniente o no.