Fin de la etapa especial
Termina mañana un período especial de la economía dominicana, integrado por los meses de la última parte de la campaña electoral y los meses de la transición de un gobierno al otro.
No fue un período de parálisis, como a veces sucedía en épocas pasadas donde las elecciones implicaban disturbios y cambios ideológicos que detenían las inversiones. Lo que tuvo de especial es que vivimos unos meses en que los gastos públicos crecieron y se dejó para después el asunto de la tarifa de la electricidad y el déficit fiscal. Fue una etapa singular, parecida a la que atraviesa una persona que sabe que tiene que someterse a un delicado tratamiento médico, pero decide tomarse unas vacaciones antes de hacerlo.
Para poder mantener el nivel actual de los gastos estatales, incluyendo los diversos subsidios que se están otorgando, sería preciso incrementar las recaudaciones de impuestos o elevar la deuda pública. Pero si subieran los impuestos, los gastos e inversiones de las personas y empresas bajarían, provocando una caída en la actividad económica. Y si la deuda aumentara por vía de colocación de bonos en el mercado nacional, las tasas de interés tenderían a subir, al haber una mayor demanda total de fondos, lo que haría bajar las inversiones en construcciones, maquinarias y equipos, y las compras de vehículos y electrodomésticos.
Eso deja al endeudamiento externo como la única posibilidad de sostener el nivel de gastos públicos sin mermar la actividad del sector privado, pero esa opción sería resistida por todos los sectores que se oponen a continuar financiando el déficit con más deuda.
Todo indica, por lo tanto, que será necesario reducir los gastos públicos y ello presionará la actividad económica hacia abajo. Tenemos las buenas perspectivas de las ventas de oro en el horizonte, pero deberán ser las inversiones privadas las que asuman el rol de motorizar la economía.