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El LP no está muerto

“Los elepé tienen más fidelidad, eso no se daña, los cedés se dañan rápido”, afirma Otilio Soto, un vendedor de elepés de la avenida Mella

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El LP no está muerto
Otilio Soto organiza los discos de vinilo en su puesto de venta ubicado en la avenida Mella de Santo Domingo. (DL/DANELIS SENA)

SANTO DOMINGO. Introducido al mercado de la música en 1948 por Columbia Records, el disco de larga duración o Long Play (en inglés) revolucionó en ese entonces la industria discográfica, al permitir grabaciones de 20 a 25 minutos de duración en dos caras del disco de vinilo. Su ingreso al mercado coincidió con el auge de géneros como el Rock, Rock and Roll y la música Pop, por lo que bandas como Los Beatles o los Rolling Stones inmortalizaron canciones en discos de 12 pulgadas de diámetro. En República Dominicana también hubo artistas que dejaron su huella a través del elepé.

Otilio Soto lleva 12 años vendiendo elepés en la avenida Mella de Santo Domingo. En un rústico estante de madera con forma de cajón muestra una gama de discos de los años 50, 60, 70 y 80 en los que se pueden encontrar las producciones de Olga Lara, Félix del Rosario, Vickiana, Johnny Ventura, Wilfrido Vargas y el Trío Los Panchos.

Pero también los hay más antiguos como merengues dedicados al dictador Rafael Leónidas Trujillo en una producción musical denominada San Cristóbal Merengue, que contiene canciones como “La Manigua”, “Los 25 años del Jefe”, “Luperon”, “La Invasión” y el simbólico “Con Limosnas no lo Tumban”. Todos enaltecían la figura del sátrapa y atacaban con términos despectivos a sus rivales.

De corte también político pudimos encontrar “Balaguer Siempre Balaguer”, de la autoría del legendario merenguero Joseíto Mateo, quien exalta la figura del sanguinario gobernante en temas como “Chiquito Pero Tupío”.

“Hay hombres que son chiquitos pero tienen mucho valor y dentro de esos valientes Balaguer es el mejor”, canta el merenguero en el tema. Y estos son los más buscados, dice Soto sonriente.

“Me di cuenta que la gente andaba buscando música antigua”, relata Soto, mientras organiza la lista de viniles y busca ansioso uno de Johnny Ventura, para demostrar que en su pequeño puesto se puede encontrar de todo.

Soto oferta los viniles entre 50 y 200 pesos dependiendo de la trascendencia del artista en cuestión o de la antigüedad del disco.

Aunque también vende cassettes cuenta que siente mayor emoción con los elepés y de vez en cuando escucha algunos de merengue cuando está en casa.

Los clientes, en su mayoría turistas y dominicanos que viven en el extranjero, le piden a Soto discos de merengue, guaracha, son y baladas. Aunque en una escalera del edificio frente al que tiene su puesto conserva discos de música norteamericana, pero no son los más procurados por los compradores.

Aunque también tiene cassettes en su puesto, Soto se rehusa a vender discos compactos por –según él- la baja calidad. “Los elepé tienen más fidelidad, eso no se daña, los cedés se dañan rápido”, asegura.Además de los viniles, Soto también tiene en venta tocadiscos “para ofrecer un servicio completo”.

“El que sabe de música viene aquí”, se regocija Soto, mientras toca el merengue Balaguer y Corporán de Joseíto Mateo, en una vieja consola, pero que a pesar de todo funciona perfectamente.

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