Exenciones fiscales: hasta para juegos de azar y comprar autos
Generadores electricidad, con exoneraciones por $22.6 mil MM
SANTO DOMINGO. En 2015, las exenciones fiscales que el Estado otorga a diversos sectores de la economía consumen el 6.7% del Producto Bruto Interno bruto (PIB).
Este sacrificio de ingresos fiscales, que el Estado decide no recaudar con el propósito de proteger o fomentar esos sectores, ha ido creciendo con el transcurrir de los años. En 2013, representó el 5.9% del PIB, mientras que su equivalencia durante 2014 fue de 6.6% de todos los recursos que se estima produce la economía dominicana en un año.
Estas exenciones tributarias son conocidas como “gasto tributario”, que consiste en el monto de ingresos que las direcciones de Impuestos Internos y de Aduanas, dejan de percibir, al otorgar un tratamiento preferencial que se aparta de las condiciones que para el resto de la sociedad y de los agentes económicos establece la legislación tributaria.
Se supone que su objetivo es beneficiar a determinadas zonas o contribuyentes, con el propósito de fomentar el desarrollo de sectores, o proteger a estratos sociales de bajos ingresos.
Sin embargo, eso es sólo una suposición, pues el Estado dominicano no cumple con lo que es aconsejable para este tipo de exenciones tributarias. Se requiere “una evaluación permanente de desempeño de esos incentivos que (demuestren) que está dando resultado. Eso es lo que falta en nuestro país”, reconoce Circe Almánzar, vicepresidente ejecutiva de la Asociación de Industria de la República Dominicana (AIRD).
Exenciones por un tubo
En 2015, el monto absoluto de esas exenciones tributarias asciende a RD$201,751.9 millones, equivalente al 38.1% del gasto total del Gobierno central. En el desglose del gasto tributario por sectores beneficiados se observa hasta juegos de azar, al que se le deja de cobrar impuestos por RD$71.8 millones, e importadores de vehículos, los que son beneficiados con exenciones por un valor de RD$4,413.70 millones.
El gasto tributario en República Dominicana ha alcanzado un volumen tan elevado, a pesar de que “el crecimiento económico que ha experimentado el país en los últimos años de alrededor de 9.0% en términos nominales, no ha venido acompañado de un incremento similar en los ingresos del gobierno”, se explica en el Presupuesto Publico del 2015.
Esto significa que los ingresos tributarios crecen siempre a una tasa inferior al que crece la economía (o lo que es lo mismo, que la elasticidad Ingreso /PIB está por debajo de uno.
Concomitantemente con el incremento anual observado en el gasto tributario, la presión tributaria se ha mantenido casi estancada. Este indicador que refleja la proporción de los recursos que por cobro de impuestos le ingresan al Gobierno, se estima en un 14% del PIB para los años 2013 y 2014. Y se espera que suba a 14.1% en 2015.
De continuar esa tendencia “se vislumbra una presión en las cuentas fiscales para el gobierno sobre todo por el incremento en gastos atados a leyes específicas vinculantes al ciclo y actividad económica”, revela el documento.
Hasta ahora, el Gobierno ha cuadrado sus cuentas con ingresos fiscales extraordinarios. Pero “el alza reflejada en las exenciones otorgadas a diferentes sectores económicos comienza a reflejar un impacto negativo en la capacidad recaudadora del Estado que debe ser analizada”, dice. Hasta el presente se desconoce si ese análisis se ha realizado, y mientras tanto las exenciones fiscales siguen otorgándose, sin medir su impacto y el alcance de sus objetivos.
Y en ese escenario, la sostenibilidad fiscal del país dependerá de que tan extraordinarios sean los ingresos extraordinarios en el futuro no muy lejano.
BID: Mecanismo de evaluación
Con relación a las exenciones fiscales, “lo importante es que haya un mecanismo de evaluación permanente para ver si se están consiguiendo los objetivos que se quieren alcanzar”, afirma José Miguel Benavente, jefe de la División de Competitividad e Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo. En el libro ¿Cómo repensar el desarrollo productivo?, los economistas del BID aconsejan cambios de políticas cuando éstas ya no funcionan, pero para esto hay que medir sus resultados.