Ruinas de San Francisco ¿un patrimonio cultural en peligro?
"Lo esencial es el procedimiento de que el proceso constructivo no ponga en segundo plano las ruina"
SANTO DOMINGO.- Debajo de un frondoso árbol tres amigos intentan huir del característico calor de las tardes de verano, mientras los repiques de las fichas del dómino son los únicos que parecen interrumpir su conversación. Ante el temor que genera aparecer en las páginas de los periódicos dos de ellos se niegan a hablar con un reportero. Sin embargo, uno, el más valiente decide salir al frente e iniciar una plática porque le "duele" lo que pasa en su país. El tema, la reconstrucción de las Ruinas del Monasterio de San Francisco.
"Hay que consultar con los arquitectos (dominicanos) que son los encargados de orientar a este pueblo", entiende Luis Fernández, mientras prosigue su partida de dominó en frente de las ruinas del primer monasterio de la orden de San Francisco de Asis que arribó a la isla junto con el cruel gobernador español Nicolás de Ovando en 1502.
Aunque el monasterio fue originalmente de madera, la construcción en piedra se llevó a cabo entre 1523 y 1664. La obra que ha llegado a la actualidad corresponde a las modificaciones que se le hicieron en 1772 y en su interior los helechos se han hecho parte de los muros dado el estado de abandono en que se encuentra.
Para el arquitecto Omar Rancier, profesor de la Universidad Pedro Henríquez Ureña, la propuesta de modificación a cargo del español Rafael Moneo, ganadora de un concurso entre 42 firmas participantes, "es cuestionable porque convierte las ruinas en algo accesorio".
La iniciativa de restauración de las Ruinas de San Francisco, liderada por el Ministerio de Turismo a través del Programa de Fomento al Turismo en la Ciudad Colonial ha encontrado de frente a gremios e intelectuales de la arquitectura que no admiten el aspecto modernista con el que se pretende transformar este sitio histórico.
El financiamiento de la obra, como en otras intervenciones en la Zona Colonial, será mediante el Banco Interamericano de Desarrollo con un desembolso de US$7 millones.
En una carta dirigida al Ministerio de Cultura el Comité Dominicano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) ofrece una voz de alarma sobre el proyecto que "pretende edificar una serie de estructuras de nueva planta y eliminar gran parte del área verde de lo que fue el primero convento edificado en América".
"Dada la gravedad del daño que se le pretende hacer al conjunto de las ruinas del convento de San Francisco y tu entorno, la Comisión Dominicana de ICOMOS se verá en la obligación de solicitar agregar las ruinas del Convento de San Francisco a la lista de patrimonio mundial en peligro", concluye el organismo en su comunicación fechada del día 1 de julio del 2015.
Primer manicomio dominicano
Pero el lugar no fue solo el primer lugar de los franciscanos, sino que también guarda un espacio dentro de la historia de la medicina local. De acuerdo con el historiador José Luis Sáez en noviembre de 1881, el Padre Gregorio Billini pidió al entonces presidente el también sacerdote Fernando Arturo Meriño que le permitiera fundar allí la denominada Casa de Salud.
Así en 1885, tras un largo periodo de recolección de dinero para reparar el monasterio mediante bazares y anuncios en el semanario La Crónica, comenzó a funcionar el primer manicomio en República Dominicana.
La Casa de Salud estuvo allí hasta que en 1940 el dictador Rafael Leónidas Trujillo sometiera el oficio número 7209, que trasladaba el manicomio hacia la localidad de Nigua en San Cristóbal.
Creación de una comisión
Por estas consideraciones de tipo histórico el profesor Rancier propone evaluar la propuesta de reconstrucción por una comisión en la que estén integrados los ministerios de Cultura, Turismo y Obras Públicas, así como las diferentes academias y universidades para definir cuales serías las normativas específicas para intervenir este tipo de estructuras.
"La intervención que se haga en la ruina debe ser de una estructura ligera, preferiblemente metálica que permita si es necesario, desmontarla en un futuro", propone Rancier, quien respalda la posición del ICOMOS, al igual que otras instituciones como el Colegio Dominicano de Arquitectos (CAD).
Rancier explica también que por el momento la estructura no presenta ningún peligro aunque, "no está en el mejor estado", pero -dice- no pone en peligro su estabilidad ni la vida de las personas que allí visiten.
Aclara que el mal manejo de los elementos históricos podría acarrear una eventual descalificación de parte de la Unesco, pero hasta el momento "es algo eventual", que aún no se ha materializado.
"Lo esencial es el procedimiento de que el proceso constructivo no ponga en segundo plano las ruinas, ni ponga en peligro su integridad física", sugiere Rancier.