Un vertedero modelo en RD
Enclavado en la cordillera Central y con aproximadamente 4,000 habitantes, Las Placetas es un distrito municipal poco conocido a nivel general, pero en el mundo municipal dominicano es un gran referente en la gestión de los desechos sólidos.
Con voluntad política, asesoría internacional, y sobre todo con la integración de la comunidad, el pequeño poblado ha logrado reducir la basura a "cero" y minimizar la contaminación que generaba el vertedero. Hoy, los alcaldes y alcaldesas de todo el país hacen excursiones para empaparse de la experiencia y tratar de emularla en sus comunidades.
"Así como tú ves este pequeño vertedero, aquí hemos recibido cuarenta y cinco visitas a nivel nacional e internacional", dice orgulloso Julio Estévez, director de la Junta del Distrito.
El vertedero, ubicado a 1.5 kilómetros de la comunidad, es un espacio donde los insectos y los malos olores están reducidos al mínimo. Apenas unas cuantas moscas vuelan de vez en cuando. Estévez narra que los visitantes se sorprenden cuando preguntan dónde está el vertedero, y les responden: usted está en él. Pero se emocionan aún más cuando les invitan a vivir la experiencia de desayunar en el lugar. ¿Se imagina comer en un vertedero?
Y es que en este pequeño espacio de unos 628 metros, la basura no se ve, y mucho menos huele¿, porque está cubierta con tierra. En Las Placetas utilizan el método de trinchera, que consiste en cavar una zanja en la que se depositan capas de basura que luego se "cobijan" con tierra.
Con este método, y con una clasificación de los desperdicios, el espacio tarda mucho en llenarse porque sólo se depositan los no reusables como pampers y ropa. Los demás materiales como plásticos, botellas, latas, derivados del papel y cartón son almacenados con fines comerciales en un pequeño centro de acopio construido en el mismo vertedero.
Uno de los aspectos que ha hecho exitoso el proyecto, es que la separación de la basura se origina en los hogares. En las casas y calles de Las Placetas se almacenan los desechos sólidos por separado: los orgánicos (cáscaras de víveres, frutas, hojas, restos de árboles etc.) en un envase, y los inorgánicos (plásticos, papel, botellas en otro). El cabildo ha ideado un método de recolección discriminado: lunes y viernes la inorgánica, y los miércoles la orgánica.
"Aquí hay días que sólo llega tanque y medio de basura orgánica", expresa Evelin Quiroz, encargada de la Unidad Ambiental de Las Placetas. La cantidad resulta irrisoria para una comunidad rural donde la mayoría de los desechos son orgánicos. Pero se explica en otro punto positivo del programa, y es que muchas casas de Las Placetas tienen aboneras a partir de material orgánico. En el vertedero también hay uno que recibe la poca basura orgánica que llega.
En tres mediciones que se han hecho desde que comenzó el proyecto, se ha notado la evolución. En 2008, entre el 75% y 80% de los desperdicios que llegaban al vertedero eran orgánicos, y hoy se han reducido alrededor de un 85%, igual que la basura en general. Los gastos del cabildo en el vertedero también han disminuido, ya que antes pagaban RD$20 mil por una pala mecánica que removía la basura. Actualmente ese dinero se usa para pagar a dos empleados en el vertedero porque todo el proceso es manual. Las Placetas, como distrito, sólo recibe RD$500 mil de presupuesto.
El inicio
Todo comenzó en 2008, cuando el director de la Junta de entonces, Félix Castillo, decidió cambiar el trato que se le daba a la basura. Las Placetas se caracteriza por verdes montañas y riachuelos cristalinos, pero estaba sucio, y el vertedero, un desastre. La basura se amontonaba al aire libre, a veces se incendiaba o terminaba en el río.
Espinal comunicó su idea a los clubes de madres, que desde 1974 inciden en las decisiones de la comunidad, y éstos aceptaron. Entonces solicitaron el acompañamiento del Programa Protección y Gestión de Recursos Naturales en Cuencas Hidrográficas de la Cooperación Domínico-Alemana (GIZ), para mejorar el manejo de los residuos.
La GIZ se interesó y les ofreció apoyo técnico. De ahí surgió el nombre del programa: "Basura Cero", que significa cero basura en las casas, cero basura en las calles, cero basura en la comunidad. Una especialista se internó durante un año en la comunidad para instruirles sobre cómo llevar el proceso. La veían pesar la basura con una balanza de "colmado" y pensaban que estaba loca. Sin embargo, meses después los resultados se vieron. Un estudio de la GIZ, presentado en la Fundación Global, indica que ya para febrero de 2009, la llegada de basura al vertedero había disminuido en un 24%. A final de año, la disminución fue de 61%.
Las mujeres también reportaban un registro cero de casos de dengue y enfermedades asociadas a la basura, así como una reducción significativa en la presencia de insectos domésticos como moscas, cucarachas y ratas en los hogares y espacios públicos. Por consiguiente, los enfermos en la clínica rural igualmente decrecieron. "Yo creo que el mayor éxito de este proyecto es que la comunidad está limpia y hay menos enfermedades", manifiesta Evelin Quiroz.
En sus conclusiones, el estudio presentado en la Fundación Global indica que "el manejo de la basura es parte de la cotidianidad y se encamina a ser parte de la cultura de la gente de Las Placetas".
Y de hecho es así. Las mujeres de los clubes de madres utilizan los desechos sólidos como materia prima para trabajar artesanía. Botellas plásticas, papel, cartón, latas… dan vida a la creatividad. Lo que crean, adorna las casas, oficinas públicas, y complementa la belleza de estas mujeres, que también elaboran collares, aretes y anillos.
Un modelo que se multiplica
A partir de la experiencia de Las Placetas, comunidades vecinas también se han interesado por el programa. Una de ellas es el municipio San José de Las Matas, al que pertenece Las Placetas. Sajoma, como se le dice, presentó en julio pasado su versión de "basura cero" y ya ha obtenido también buenos resultados.
Las mujeres, protagonistas
En Las Placetas, y fuera de allí, todos coinciden en que el éxito de este proyecto se debe al involucramiento de la comunidad, pero muy especialmente de las mujeres. Ellas han sido las protagonistas. Las mujeres clasifican la basura desde los hogares, producen abono con la orgánica, se encargan de la inorgánica y vigilan a las autoridades para que cumplan el programa.
El trabajo de las mujeres es reconocido por el director de la junta y también en trabajos de la GIZ. En el presentado por la agencia alemana en Funglode, se reconoce que "el empeño de las mujeres organizadas, su capacidad de convocatoria, su arraigo en la comunidad, la buena imagen ganada frente a las familias, su capacidad de incidencia frente a las autoridades y el haber desarrollado habilidades para educar y sensibilizar a las personas de la comunidad, han hecho que esta experiencia sea exitosa y se vea como una oportunidad para replicarla en otras comunidades".
Las mujeres con su rol tradicional han logrado involucrar a toda la familia. Por ejemplo, casi todos los proyectos de manualidades que se presentan en las escuelas son hechos con material reciclado. Ellas también aprovechan los materiales, como plásticos y cartón para fabricar artesanías.
Sin embargo, se quejan de que sus trabajos, que hacen con tanto amor y entrega, no tienen salida al mercado. Graciela Pérez, presidenta del Club de Madres, manifiesta que les gustaría encontrar alguna entidad que les ayudara a dar salida a sus trabajos. Las mujeres también son la garantía de que "Cero basura" se sostenga en el tiempo. Afirman que no lo dejarán caer si viene otra autoridad. "Eso no se va a cambiar por ningún contratiempo. Todo el que venga tiene que aceptar el proyecto", afirma Leonidas Núñez (Magui), una de las integrantes del club.