La Madre Teresa “era pequeña, pero sus manos la hacían ver una mujer grande”
SANTO DOMINGO. La Madre María Teresa de Calcuta, a quien la iglesia católica canoniza este domingo, visitó la República Dominicana en julio del 1982. Llegó justo el día en que los dominicanos, pesarosos , enterraban en la ciudad de Santiago a su presidente Antonio Guzmán, que dos días antes tomó la decisión de acabar con su vida de un disparo en la sien.
Al llegar, la Madre Teresa declaró que venía con la idea de traer amor, verdad y alegría a la República Dominicana, y algunos diarios de la época hablan de que oró por el alma de Guzmán, a quien veía como un colaborador de su congregación: Misioneras de la Caridad.
Alguno de esos medios publicó la visita que la Madre Teresa le hizo días después, a la viuda del mandatario Renée Klang de Guzmán.
Sus andanzas por el país fueron muchas, pues duró más de un mes por el territorio dominicano. Algunas notas periodísticas recogen una visita a los presos de la cárcel La Victoria; a Jorge Blanco y su esposa, al Politécnico Loyola, al hospital Robert Reid, entre muchas otras. En el Robert Reid trabajaba para ese entonces el doctor Vidal Despradel, quien falleció hace mes y medio, pero su esposa Eduviges recuerda que en esa ocasión la Madre Teresa le dijo que ese hospital estaba mal ubicado.
“Un hospital para niños pobres debe estar en un barrio donde viven los pobres”, manifestó la Madre Teresa, según los recuerdos que asoman a la memoria de Eduviges.
La señora guarda en un álbum las fotos de la visita de “Madre”, como le llama a la santa nacida el 26 de agosto de 1910, en Macedonia.
La familia de Eduviges era religiosa, por lo que estuvo presente en algunas de las actividades y encuentros que tuvo en el país. Una de las cosas que más impresionó a esta devota de la Madre Teresa fueron sus manos.
“Era pequeñita, pero el tamaño de sus muñecas y sus manos le hacían ver como una mujer grande. Era muy fuerte”, señala.
Eduviges había visto a Teresa por primera vez en un vídeo que le mostró a su familia un paciente de su esposo, y desde entonces decidieron ayudar en la congregación.
Cuando la Madre Teresa visitó Loyola, Eduviges, su esposo, su madre y sus hijos estuvieron presentes. Su hija, Carmen María, le regaló un crucifijo que la señora asegura que es el mismo con el que después se veía a la hoy santa en algunas fotos de esa época.
Movida por su obra, Eduviges se convirtió en una de las primeras voluntarias de la casa de la Congregación de las Misioneras de la Caridad que dejó establecida la Madre Teresa en el sector María Auxiliadora.
“En esa ocasión se crearon dos congregaciones, porque el obispo Príamo (Tejeda) quería una aquí en la capital, pero monseñor (Thomas) Reilly, quería una en San Juan. Entonces Madre, que siempre formaba su congregación con cuatro monjas, dejó dos en cada una”.